La pizza tropical y el fundamentalismo


Los fundamentalistas viven entre nosotros. A veces, somos nosotros mismos quienes practicamos algún tipo de fundamentalismo. Como casi todo lo grande, el fundamentalismo comienza en lo pequeño.
Conozco fundamentalistas de la pizza sin piña. Para ellos es un terrible sacrilegio gastronómico, agregarle piña a una pizza.
¿No les gusta? Más de uno despotrica de ella, pero la pide cuando va solo a una pizzería. Los fundamentalistas listos no creen lo que defienden, pero les encanta que los demás admiren sus intolerancias… y las sigan.
En Canarias estamos libres de plaga tortillista, pero he visto pelearse en Madrid por defender la “tortilla de patatas” –que en las islas conocemos como “tortilla española”– con cebolla o sin cebolla.
Algún placer oculto debe de tener el fundamentalismo cuando a tantos les encanta. ¿Será que les gusta ofender con sus creencias?
He mencionado dos fundamentalismos inocuos que, sin embargo, pueden volverse inicuos. ¿No ha habido enormes matanzas por menos que eso?
¿Qué me dicen de las guerras de religión? Al menos, una parte de esas guerras cree en seres invisibles e inexistentes, ¿verdad?, dado que las dos partes no pueden tener razón.
Por otro lado, ambas creencias podrían ser erróneas y sus fanáticos seguidores estarse matando por defender algo fundamentalmente inexistente.
No sé cuántas religiones hay, pero todas solo pueden tener razón en una cosa: las otras creencias son falsas. Ya se lo decía mi abuelo a los llamapuertas molestosos:
–No creo en mi religión, que es la verdadera, ¿y tú piensas que voy a creer en la tuya que es falsa?
A mí, los fundamentalismos que me hacen menos gracia tienen que ver con la raza, la religión, la política, la violencia y el género. Hay otros, relacionados con el deporte, la música o el academicismo, que me disgustan. Y los que casi me hacen reír se refieren al vino, la gastronomía, la moda y otras gurruminas.
Finalmente, creo que hay dos tipos de fanáticos: el más abundante, que raya la tontuna, y el minoritario: amoral y aprovechado.

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