Cuadro de Pedro Machuca, titulado «Las ánimas del purgatorio». El Niño Jesús y su Madre aprietan los pechos para purificar con su gracia a quienes se hallan purgando con fuego sus pecados.
La evolución de las Iglesias cristianas es discontinua, y este fenómeno ocurre tanto en la católica como en las ortodoxas y protestantes. Los avances y retrocesos en el respeto hacia las feligrerías tienen sus altibajos y no se desarrollan en orden cronológico. La evolución de la praxis de la Moral oficial dentro de las iglesias cristianas ha tomado caminos parecidos: lo que hoy no es escandaloso, mañana puede serlo y, pasado mañana, se admite como natural. Por ello, han aparecido tantas obras de arte que hoy nos sorprenden y han desaparecido otras.
A nadie se le escapa que si no hubieran existido desde hace siglos los cuadros de San Bernardo y la Virgen de la Leche, en la actualidad sería imposible que alguien los creara por encargo eclesiástico y se exhibiera en una iglesia.
Hace pocos meses, un escultor llamado Ricardo Flecha realizó este «Cristo en brazos de la muerte» para la catedral de Medina del Campo. Pues bien, fue imposible sacarlo en procesión, durante la Semana Santa, sin antes colocarle un lienzo sobre sus órganos sexuales.
Esta estatua de la Diosa de la Abundancia fue esculpida hace cuatro siglos y colocada en un edificio de Bristol (Reino Unido). En el siglo XVII, como le parecía impúdica, el pastor metodista John Wesley ordenó que le cubriesen los pechos. Hace poco tiempo, los encargados de restaurar el edificio se dieron cuenta de que había algo raro en la estatua y la examinaron con mayor atención. Finalmente, decidieron devolverla a su estado original.
Otro ejemplo es esta fotografía de José Antonio Montoya que representa con figurantes el mismo tema de los cuadros en que San Bernardo de Claraval bebe la leche de un pecho de la Virgen. El Presidente de la Comunidad Autónoma de Extremadura tuvo que pedir perdón públicamente a la Iglesia por publicar un libro con ésta y otras fotos parecidas.
Quizás, los dos posts anteriores dan la impresión de que existen pocas representaciones gráficas y textos sobre el fenómeno lácteo de San Bernardo. Nada más lejos de la realidad. Estos cuadros y tallas están por todas partes, porque durante siglos se produjeron de manera abundante. Los textos también. Un repaso por los libros publicados en los monasterios –sobre todo los dependientes del Císter– nos coloca frente a autores que llenan muchísimas páginas hablando del tema que nos ocupa.
«Aparición de la Virgen a san Bernardo«, de Juan Correa de Vivar, realizado en el s. XVI. Museo del Prado.
Un texto antiguo en un libro religioso que habla sobre San Bernardo y la Virgen.
«La visión de San Bernardo» es un anónimo realizado en el .s XIII y se halla en el Museo Diocesano de Palma de Mallorca.
La pintura es de Jean Bellegambe, realizada en 1633. Se encuentra en la Universidad de Lieja. Llama la atención que el chorro de leche no salga en línea recta, sino que describa un arco imposible entre el pecho de la Virgen y la boca del monje.
Alette, la madre de San Bernardo estaba obsesionada con la idea de que sus seis hijos no probaran más leche que la suya. ¿Influyó esta circunstancia en las visiones futuras del monje? ¿Es aventurado hablar de un posterior comportamiento edípico en Bernardo? Transcribo algunas líneas:
«Dar leche María a Bernardo, fue para comunicarle sus costumbres, y virtudes, y para que se le pareciese en ellas. Prueba este pensamiento el Abad Gulielmo, sin disentir de la infancia del mismo Bernardo en el lib. I de su vida cap. I.
Era Aleta madre del Santo, Señora (como hemos dicho) nobilísima, y riquísima; parió seis hijos, y una hija, y trayéndola (como es ordinario a personas semejantes) diversas amas, para que los criasen, no se los dio; porque ella misma los quiso criar, y alimentar con su propia leche.»
Otra con San Bernardo de Claraval, debida a los pinceles de Juan de las Roelas. Sevilla
El enfervorecido autor de esta página destila una gran sensualidad que desde el ámbito religioso, y también del literario, se ha venido denominando misticismo. El texto no tiene desperdicio, aunque sólo transcribo el título:
«De los favores de Jesús y María fue acariciado San Bernardo.
Punto I. Por la leche que la Virgen dio a Bernardo, si la Fe no nos detuviera, pudiéramos presumir que era hijo natural de la señora, y aun con más propiedad que si dijera que le había parido; pero a la verdad, diole la leche, para que se le pegasen, y pareciese, en costumbres.»
Talla policromada del siglo XVI. Rioja.
Cuadro de Juan Carreño, pintado a mediados del siglo XVII. Se encuentra en Pastrana.
Otro texto monacal. El autor considera que el vino litúrgico lleva en su cuerpo la sustancia de la leche mariana. Para demostrarlo, trae a colación los cánticos del rey Salomón:
«¿Es mucho causar admiración porque dijo el sapientísimo Rey: Los pechos de la sierva María te embriagué, siendo así que en los pechos no hay vino que pueda embriagar, sino agradabilísima leche?»
De autor desconocido, esta lactación pudo ser pintada en la primera mitad del siglo XVI. El cuadro se encuentra en el recién restaurado Ghent Museum voor Schone Kunsten (Gantes, Bélgica).
Otra lactación, cuyo autor desconozco.
Pere Lembrí retrata el chorro de leche que entra en la boca de San Bernardo de Claraval, mientras dos ángeles hacen sonar sus flautas. San Benito levanta los ojos de su libro para contemplar el milagro. Está este lienzo en el Museo del Prado.
Esta pintura con San Bernardo bebiendo leche se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza.
Grabado de Claude Mellan, impreso en la Tipografía Real de París, en 1650, como se puede leer en el pie de la estampa.
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