
En estos tiempos, en que la crisis económica azota a varios países, mucha gente tiene que restringir los gastos en sus viajes. Tengo la impresión de que cualquier idea que ayude a reducir el coste en los desplazamientos puede ser bien acogida. Vamos a ello.
Dejando aparte los viajes en grandes grupos —me refiero a las vacaciones con todo incluido y a los cruceros—, un viajero puede ahorrar mucho dinero en sus alojamientos, apartándose de los hoteles, hostales y pensiones de toda la vida. Una de las mejores alternativas que conozco es la que se refiere a las residencias universitarias.
No hace falta ser universitario para usarlas. En los meses de verano, muchas de estas residencias quedan vacías debido a las vacaciones, y se convierten en improvisados hoteles para rentabilizar julio y agosto. Los precios son mejores que en otros alojamientos y la calidad de las habitaciones puede ser muy buena. Casi todas están situadas en lugares céntricos y admiten clientes de cualquier edad y nacionalidad.
Un ejemplo de habitaciones amplias, cómodas y de buena atención es la Residencia Universitaria Olarain, en San Sebastián, Euskadi. Hay otras que poseen servicios complementarios, como la residencia de estudiantes Uqam de la universidad de Montreal, que tiene adosado un excelente gimnasio universitario.
Las residencias universitarias están publicitadas en los principales buscadores de hoteles, en Internet. Hay que fijarse bien antes de contratar una habitación, porque algunas residencias sólo aceptan clientes hasta los 25 o los 29 años.

En cuanto a las facturas, tenga en cuenta que en pocas residencias le darán un recibo que no sea al mismo nombre del que figure en la tarjeta de crédito con que haya pagado.
Enriquece este artículo con un comentario.