Elogio de mi médico de cabecera

Es cierto que me he quejado bastante de los médicos: que si no saben escuchar, que si interrumpen a los pocos segundos de que uno trate de explicarles lo que le pasa, que si se le lleva por escrito la dolencia no son capaces ni de leer medio folio con letra de cuerpo 20, que si no estudian ni durante un minuto los análisis que ellos mismos te han pedido, que si se pasan la consulta escribiendo en el ordenador sin mirarte a la cara y un largo etcétera con el que no quiero aburrirles.
Sin embargo, nunca he tenido la delicadeza de contar algunas de las bondades de mi médico de cabecera –no digo de familia, porque en mi familia cada cual ha buscado el suyo– y hoy deseo enmendar ese olvido.
En primer lugar, este médico de mis amores me cura el alma, aliviando mi mala conciencia. Por ejemplo, hace pocos días le mostré unos análisis de sangre y le señalé que tengo el colesterol malo a 118 y –según el cardiólogo– necesito bajarlo a menos de 100, porque la mitad de mi cerebro está quemado –eso ya debe de notarse en mis posts– y, si no le llega riego suficiente, corre el riesgo de colapsar.
–Camina –me dijo.
–¿Más? Si ando más de 50 km a la semana –le dije.
–Entonces, come carne roja –me dijo.
–¿Seguro? –le dije.
–Y lentejas. Pero carne roja buena, de ternera –me dijo.
–¿Y esa no sube el colesterol? –le dije.
–No, esa no lo sube –me dijo.
–Entonces, debe pasar como con el jamón de pata negra, que cuando es caro dicen los extremeños que solamente tiene colesterol bueno –le dije.
–Así es –me dijo.
No lo besé, porque podría tomárselo a mal, pero no me faltaron ganas de tirarme a su cuello y darle un abrazo.
Salí de la consulta como un hombre nuevo, olvidada mi mala conciencia por comer algún solomillo, con la firme voluntad de comprar un kilo de la carne roja más cara que encontrara y, por fin, bajar mi colesterol dañino.
Ya ven. Yo hablando mal de los licenciados en medicina y sin ser capaz de acordarme del ángel de la guarda que me receta el jarabe para la gripe y me colma de buenos consejos. He sido un ingrato.
¡Vivan los buenos médicos que saben lo que me conviene!

Enriquece este artículo con un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com.

Up ↑

Descubre más desde Manuel Mora Morales

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo