Fotos: Con los ángulos hemos topado

Iglesia y torre de la Concepción, en Santa Cruz de Tenerife. Siempre me ha llamado la atención que los ángulos rectos dejan de serlo –para nuestra mirada– cuando adoptamos nuevos puntos de vista. Lo recto se vuelve agudo, incluso obtuso. Exactamente los mismos cambios que ocurren con algunas personas, cuando nos fijamos en ellas desde nuevas perspectivas. De manera que siempre termino por preguntarme si estoy o he estado contemplado la realidad desde el lugar adecuado o desde una posición errónea.

Más cerca de Descartes y de Pirrón de Elis que de los sofistas, la mirada inquisitiva, dirigida a las esquinas de la vida, nos aleja de una visión estática de la realidad. La duda como método –a pesar de sus efectos secundarios– continúa siendo la mejor vacuna para evitar una existencia estabulada, para ganar la batalla a la artrosis mental que nos acecha diariamente,…

El filósofo griego Enesidemo (80-10 ac) calificó sus diez tropos en tres clases: por razón del sujeto que conoce, por razón del objeto conocido y por razón de ambos.

El  quinto tropo de Enesidemo toma en consideración las situaciones, las distancias y los lugares: la duda que se plantea es cómo conocer las cosas haciendo abstracción del lugar que ocupan, de la distancia a que se encuentran de nosotros y de la posición que toman. Una tarea imposible, desde luego.

Por tanto, no conocemos las cosas en sí mismas sino por la forma en que las perciben nuestros sentidos en determinadas circunstancias. Un simple movimiento del zoom de una cámara fotográfica basta para deconstruir la imagen que nos hemos formado de una cosa, para hacernos reflexionar sobre la naturaleza de sus ángulos, en el más amplio sentido.

¿Y si no existiera nada fuera de la mente humana? Ni ángulo recto ni obtuso, sino únicamente los números pitagóricos que en su rotar esférico nos inducen a contemplar huidizas esquinas donde sólo habitan deseos de aprisionar en una burbuja el tiempo que todo lo cambia, tratando de eternizar nuestras visiones momentáneas de los ángulos.

El ángulo es el invento humano que nos sirve para entrar dos veces en el mismo río, a pesar de que no volverá jamás a fluir la misma agua. Contra esa esquina tratamos de acorralar al tiempo e imaginamos que estamos dando el primer paso para entrar en la inmovilidad eterna a que aspiran nuestros miedos.

Mas los puntos de vista son las ruletas rusas de los deseos del miedo: click, click, click,… Nos modifican los ángulos, nos deforman los perfiles próximos, nos sitúan frente a los espejos que reflejan otros espejos que reflejan nuestras espaldas. Nuestras rígidas espaldas.

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