El Gran Almirante de Argel, Alí Arráez, era canario

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Alí Arráez el Canario es un personaje histórico. Nació en Las Palmas de Gran Canaria y fue capturado por los corsarios argelinos, cuando pescaba en la costa sahariana. Compró la libertad con su trabajo, llegó a ser el Almirante de la armada argelina y amigo personal del Emperador otomano.

El Canario era un personaje pintoresco, como se desprende de estos párrafos –pertenecientes a mi novela La isla transparente– en los cuales el Obispo de Canarias le escribía una carta, contestando a su requerimiento para que cobrara, en su nombre algunas deudas que varios canarios habían contraído con él.

«–Válgame el cielo, Roldán (manifestaba el Obispo a su amigo el secretario Miguel Roldán[i] reputado como excelente teólogo), le aseguro a usted que no entiendo el comportamiento de este Alí o Simón Romero ¿Por qué viene a capturar cristianos a estas islas si después los libera sin cobrar rescate?
–Raro es desde luego.
–Y ahora se empeña en que yo le recupere el capital moro que suministró a esos morosos ¡Como si yo no tuviese otros asuntos importantes que atender! Además no me consta que esa labor recaudatoria concuerde con las normas de la Iglesia ¿Usted qué opina, Roldán?
–Mire, Ilustrísima, no es materia que esté del todo clara Únicamente puedo exponer lo que ya su Reverendísima sabe: los tra tos con los musulmanes están prohibidos y devolver esos reales a los argelinos es un acto ilegal Por otra parte el derecho natural nos indica que esos cautivos liberados están obligados a reintegrar el dinero que les proporcionaron de manera tan mise ricordiosa Sin embargo es pecado reembolsarlo si ese pecu lio pertenece al mismo musulmán que los ha capturado.
–Pues sí que me lo pone usted complicado Como veo que cualquier cosa que haga será legal e ilegal al mismo tiempo no tengo otra alternativa que proceder de la manera que me dictan el sentido común y mi conciencia.
–Está usted en su derecho, Ilustrísima Reverendísima.
–Claro que con el comercio del vino en crisis y con los barcos de pesca fuera del agua por miedo a los argelinos no sé cómo alguien va a poder pagarle al Canario un solo maravedí Si Alí dejara de capturar cristianos en estas islas estoy seguro de que muchos podrían solventarle su deuda y todos saldríamos de esta situación absurda En mi primera respuesta lo exhorté a renegar del Islam y volver a la religión cristiana advirtiéndole de que poco valen el poder y la gloria si se va a pasar la eternidad en el infierno En su segunda carta él me indicó que más de una vez ha pensado regresar pero que en sus actuales circunstancias se le antoja imposible máxime si tiene que enfrentarse al Santo Oficio.
–En ese punto no anda muy descaminado el general Alí, Ilustrísima.
–Lo sé. Por esa razón no le insistiré más en ese asunto. Dios Nuestro Señor habrá de considerar en su infinita misericordia que este Alí pecador ayuda a los cautivos cristianos más que el propio Rey de España y más aún que la propia Iglesia por mucho que nos duela reconocerlo Así que le escribiremos una nueva carta Tome la pluma, Roldán.
–Dicte cuando lo desee, Ilustrísima.
–Componga usted el encabezado el saludo y nuestra conformidad en realizar los cobros A continuación escriba:

El menosprecio que de dos años a esta parte han hecho los ingleses de la compra del vino malvasía ha repercutido de tal manera en el archipiélago que hay viñas sin labrar este año y los labriegos no han podido ni pagar sus diezmos ni vender sus tierras porque nadie posee dinero para comprarlas. Ya van cincuenta embargos en Gran Canaria y en las otras islas no han de ser menos por lo que tengo oído.
En estos momentos no veo alternativa para cobrar estas deudas a no ser que metamos a los deudores a prisión o los matemos de hambre. De cualquier mo do prometo a V. M. comenzar hoy mismo las ges tiones encaminadas a su cobro. En lo que se refiere a don José de Araujo le ruego tenga un poco de paciencia pues no fue entera culpa suya que le hayan requisado las mercancías en Cádiz y su señor padre que vive en Tenerife no puede hacer frente a la deuda en estos momentos de profunda crisis económica.

–Estimado Roldán, despida la carta y diligencie que salga hacia su destino lo antes posible Después escriba otra nota a los deudores y haga hincapié en que si no saldan su deuda muchos cautivos jamás saldrán con vida de Argel: que por su culpa los isleños quedan por gente de poca palabra y dejan a las Islas Canarias como infamadas y tramposas ante los argelinos y los cautivos de la cristiandad que se encuentran en tierras africanas Veremos si de esta manera conseguimos recaudar algún real.

La actuación del Obispo tuvo poco éxito: en parte porque se inmiscuyó la Inquisición con el propósito de dificultar cualquier diligencia que condujese a enviar dinero al general Alí Arráez. Sin pesca[ii] sin vino y con el Santo Oficio en contra poco se podía hacer. Entre tanto el Canario se consumía de impaciencia y redoblaba sus capturas humanas en aguas del archipiélago.
Por pocas horas de navegación no se topó Arráez con el tinerfeño Francisco Tomás de Alfonso: un isleño tan osado como él que en el mes de marzo […].»

(La isla transparente. Nuestro Ruiz de Padrón, novela de Manuel Mora Morales, Editorial Malvasía, 2011)

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NOTAS

[i] Miguel Roldán fue Secretario del Obispo Bartolomé García Jiménez, como aparece reflejado en el Libro de Mandatos del Archivo Parroquial San Juan Bautista de Arucas (Gran Canaria).
Cfr. Caballero Mújica, Francisco: Documentos Episcopales Canarios. Tomo II. Real Sociedad Económica de Amigos del País. Las Palmas de Gran Canaria. 1997. Págs. 20, 24, 28 y 33.

[ii] “La pesca en el Setecientos no era un ramo expansivo, sino todo lo contrario, a tenor de las noticias coincidentes que ofrecen las fuentes contemporáneas. Particularmente, la pesca del salado en las costas saharianas estaba reducida a la actividad de unos treinta bergantines tripulados verosimilmente por unos setecientos hombres y controlados por un pequeño grupo de armadores integrados en el Cuerpo de Dueños y Patrones de Embarcaciones para la Pesca en la costa de Africa, cuyas prácticas oligopólicas fueron repetidamente denunciadas, dentro y fuera del archipiélago, como uno de los obstáculos que se oponían al crecimiento del sector.”
Díaz Fernández, Roberto y Martínez Shaw, Carlos: El fomento de las pesquerías canarias en el siglo XVIII. X Coloquio de Historia Canario-Americana (1992). Tomo II. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria. 1994. Págs. 319-338.

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