El tango: entre la procacidad y el puritanismo (II)

Tal vez más que cualquier otro género de canción, el tango precisa ser vivido para dejarse escribir correctamente. Vivirlo supone bailarlo y amarlo. Estoy convencido de que cualquier letrista de tangos los ha de cantar y bailar con frecuencia para imbuirse de su ritmo de solemnidades absurdas y dejarlo correr por sus letras de sedas y puñales.

El tango: entre la procacidad y el puritanismo (I)

Al principio, los tangos se bailaban entre hombres y, al pasar a los burdeles, se incorporaron las mujeres. Alcanzaron su apogeo entre los años 1920 y 1940. Sus textos van del más rancio puritanismo al lenguaje más procaz. Por ejemplo, se canta al órgano sexual masculino –tango "El clavo"–, al orgasmo de la mujer –"El fierrazo"– y hasta a cierta desgana por levantarse de la cama –"Déjala morir dentro"–.

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