Ésta es la increíble y sucia historia de una canción machista nacida en México hace un siglo. No conozco otra que lleve mayor carga de desprecio a la vida y a la dignidad de la mujer. Sin embargo, millones de personas de todas las edades –hombre y mujeres– la defienden con uñas y dientes. Como dicen en el circo: pasen y asómbrense.
A día de hoy, cuando escribo estas líneas, ese vídeo de la cabecera (aunque no es el único que contiene «La Martina») ha recibido casi 20 millones de visitas y 1.124 comentarios. Casi todas esas opiniones son elogios sobre la miserable historia que cuenta la canción, repulsas a Martina (la víctima) o rechazo a las feministas. Dos ejemplos:
UNA MUJER; «a que Martina puta jaja».
UN HOMBRE: «q chingen a su puta ramera madre los que no les guste estas canciones nunca dejaran de sonar».
LETRA DE «LA MARTINA»
He puesto en color azul los comentarios del cantante que se escuchan entre las estrofas.
Quince años tenía Martina
cuando su amor me entregó,
a los dieciséis cumplidos
una traición me jugó.
Y estaban en la conquista
cuando el marido llegó.
–¿Qué estás haciendo, Martina,
que no estás en tu color?
–Aquí me he estado sentada,
no me he podido dormir.
¡Si mi tienes desconfianza
no te separes de mí!
–¿De quién es esa pistola,
de quién es ese reloj,
de quién es ese caballo
que en mi corral relinchó?
–Ese caballo es muy tuyo,
tu papa te lo mandó
pa que fueras a la boda
de tu hermana la menor.
¡Ay, pobre Martina! Parecía pan de cera… Estaba verde limón…
¡Le cayeron con las manos en la masa!
–¿Yo pa que quiero caballo
si caballos tengo yo?
Lo que quiero es que me digas
quién en mi cama durmió.
–En tu cama naiden duerme
cuando tú no estás aquí.
¡Si me tienes desconfianza
no te separes de mí!
Y la tomó de la mano,
a sus papas la llevó.
–Suegro aquí está Martina
que una traición me jugó.
–Llévatela tú, mi yerno,
la iglesia te la entregó
y si ella te ha traicionado
la culpa no tengo yo.
La criaron mañosa: salió mañosa, cuatrera, alborotadora,…
¡Pobre, pobre viejo!
Hincadita de rodillas
nomás seis tiros le dio.
El amigo del caballo
ni por la silla volvió.
MUJER INFIEL
Hace algo más de medio siglo, la acriz y cantante mexicoa Irma Serrano registró La Martina a su nombre. No la compuso ella. Simplemente, le cambió el título y se limitó a copiar la música y la letra de Mujer infiel, una canción mexicana de autor anónimo. Esa canción se había hecho popular en la segunda década del siglo XX, durante los años de la Revolución Mexicana.
Irma Serrano se limitó a cambiar la primera estrofa por cuatro versos absurdos –absurdos porque los escribe en primera persona y el resto los deja en tercera– y a retocar ligeramente otras.
Versión original de la primera estrofa:
Aquí cantamos la historia
entre marido y mujer:
el marido sospechaba
que su mujer le era infiel.
Versión de Irma Serrano:
Quince años tenía Martina
cuando su amor me entregó,
a los dieciséis cumplidos
una traición me jugó.
De cualquier forma, no es éste el único caso del registro de una canción de autor anónimo en aquellos años. Otros temas como La bamba o Guantamera también fueron registrados descaradamente.
Ya ven, no sólo esta canción es misógina, concita al odio y, probalemente, ha alentado más de un crimen de género. Considero que quienes la han cantado y registrado han ido construyendo la más sucia historia de una canción machista. Pueden comprobar si hubo o no plagio de «La Martina» en el siguiente vídeo.
LA BLANCA NIÑA
No termina la historia de La Martina en la canción Mujer infiel. Podemos remontarnos a la Edad Media española, para encontrar los orígenes de estos textos abyectos. En el romance de la Blanca niña ya se pueden hallar los elementos esenciales de la historia e, incluso, un poco más. Un botón de muestra:
Romance de la Blanca niña:
¿cuyo es aquel caballo
que allá abajo relinchó?
¿Cuyas son aquellas armas
que están en el corredor?
¿Cuya es aquella lanza,
desde aquí la veo yo?
La Martina:
¿De quién es esa pistola,
de quién es ese reloj,
de quién es ese caballo
que en mi corral relinchó?
ROMANCE DE LA BLANCA NIÑA
Blanca sois, señora mía,
más que no el rayo del sol;
¿si la dormiré esta noche
desarmado y sin pavor?
que siete años había, siete,
que no me desarmo, no.
Más negras tengo mis carnes
que un tiznado carbón.
— Dormidla, señor, dormidla,
desarmado sin temor,
que el conde es ido a la caza
a los montes de León.
— Rabia le mate los perros,
y águilas el su halcón,
y del monte hasta casa
a él arrastre el morón, —
Ellos en aquesto estando
su marido que llegó:
— ¿Qué hacéis, la Blanca-niña,
hija de padre traidor?
— Señor, peino mis cabellos,
peinólos con gran dolor,
que me dejéis a mí sola
y a los montes os vais vos.
— Esa palabra, la niña,
no era sino traición:
¿cuyo es aquel caballo
que allá abajo relinchó?
— Señor, era de mi padre,
y envióoslo para vos.
— ¿Cuyas son aquellas armas
que están en el corredor?
— Señor, eran de mi hermano,
y hoy os las envió.
— ¿Cuya es aquella lanza,
desde aquí la veo yo?
— Tomalda, conde, tomalda,
matadme con ella vos,
que aquesta muerte, buen conde
bien os la merezco yo.
UNA PELÍCULA DE 1972: LA MARTINA

Y aquí vuelve a aparecer Irma Serrano, con una película en color conocida por La hija del sacristán tanto como La Martina. El argumento trata, evidentemente, sobre una infidelidad: la jovencita Martina se casa con un hombre conocido como El Plateado y la noche de bodas éste descubre que su esposa no es virgen.
Enriquece este artículo con un comentario.