Wimpy Serigné se expresa con el habla canaria del siglo XVIII, porque sus antepasados supieron guardar muy bien el dialecto español que algunos miles de isleños llevaron a las tierras pantanosas de Luisiana. Los gobernantes, los pequeños académicos de la lengua y todos los habitantes de las Islas Canarias deberían cuidar a Wimpy como su principal tesoro nacional, porque es uno de los últimos “Islanders” de Luisiana que conservan esa reliquia lingüítica del pasado que está a punto de desaparecer para siempre.