Si seguimos así, pronto la Selección de Fútbol sustituirá todos los símbolos patrios. Se izarán las camisetas rojas en los mástiles de los ayuntamientos y de los cuarteles de la guardia civil. El himno por fin tendrá letra: oé, oé, oé. Se declarará traidor a la patria a todo el que no anime a La Roja delante de un televisor. Prevaricará el alcalde que no le guste el fútbol. Los niños aprenderán la tabla de multiplicar hasta el 11 con los nombres y números de los futbolistas:
-A ver, Marianito, ¿cuánto es Villa por Casillas?
-Fácil, maestra, Villa por Casillas da un ocho.
-¿Y si le sumamos a Torres?
-Ocho, seño, porque los ceros a la izquierda no cuentan.
Los periodistas hablarán de lo que entienden y dejarán de opinar sobre política, religión y gimnasia. Oposición y Gobierno formarán una peña, una piña, un puño y una (es)paña. Hasta los diputados, los senadores, los concejales, los jueces y el presidente jurarán sus cargos sobre una foto de la Selección con el bombo de Manolo como fondo.
-¿Jura usted por La Roja ejercer su cargo con honradez y no mamarse el dinero de los ciudadanos?
-Lo juro. Ni un solo millón. Yo por La Roja voy a muerte.
¿Lo ven? La solución ha llegado sola… Nunca es tarde si la dicha es buena.
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