A medida que voy avanzando, pasillo tras pasillo, se me borra la sonrisa con que había entrado a La Boquería. ¡Ni un plátano canario a la venta! Y no dejo de sonreír porque piense que lo canario es lo mejor –lejos de mí esos chauvinismos–, sino porque allí veo la imagen del declive de la agricultura y de la economía de mi tierra: mientras las tiendas canarias rebosan de botellas de cava y naranjas peninsulares, nuestros plátanos se alejan de los consumidores españoles. Un panorama deplorable.
El poder y el Leviatán: deconstruyendo el 23F
El esquema de esta pequeña historia se reproduce en ayuntamientos, cabildos, comunidades autónomas, gobernaciones, departamentos ministeriales y toda clase de direcciones generales, susceptibles de aguantar hombrecitos y mujercitas adheridos a la piel del poder como las garrapatas a un perro.