Es peligroso darle un martillo a un filósofo, porque los martillos los carga el diablo. Miren, si no, el estropicio que hizo Friedrich Nietsche cuando tuvo a mano la cabeza de Sócrates.
Es peligroso darle un martillo a un filósofo, porque los martillos los carga el diablo. Miren, si no, el estropicio que hizo Friedrich Nietsche cuando tuvo a mano la cabeza de Sócrates.