Londres, 02/09/1666. Un incendio devora la ciudad, pero ¿qué hace un grupo de poetas llorando frente a una taberna en llamas? ¿A qué absurda conclusión llegan? ¿Qué tiene que ver en todo esto el Diablo y el vino Malvasía Canario?
¿Fue Homero un borrachito?
¿Le gustaba a Homero meterse sus buenas cucharadas de vino entre pecho y espalda? ¿Defendía poeta Ovidio que el vino iembra el amor en los corazones? ¿Se ponía Shakespeare hasta las trancas de vino canario en las tabernas de Londres? ¿Y Allan Poe? ¿Y Valle Inclán con su turbia luz azulenca? ¿Y...?, ¿y...?
Shakespeare contra Cervantes: KO en el primer asalto
Las exposiciones sobre escritores no son únicamente tediosas, son ridículas. Sólo hay que observar el escaso éxito de las muestras sobre cualquier literato.
Nada es más aburrido que acudir a una sala para ver unos cuantos papeles viejos que casi no se pueden leer, cuadernos amarillentos por el tiempo de los que sólo nos muestran una o dos páginas, alguna pluma, un tintero, una silla o un escritorio, una boina quizás,… En fin una colección de objetos que no tienen más objeto que llenar algunas vitrinas y justificar una conmemoración. En el caso de Cervantes, ni siquiera eso.
¿Y Shakespeare? ¡Eso es harina de otro costal!
El incendio de Londres, una cena pantagruélica, el vino canario y el diablo
Londres, 1666. Se cumplen,por estas fechas, 350 años de una catástrofe. Un incendio devora la ciudad, pero ¿qué hace un grupo de poetas llorando frente a una taberna en llamas? ¿A qué absurda conclusión llegan? ¿Qué tiene que ver en todo esto el Diablo y el vino Malvasía Canario?
La pluma en una mano y la botella en la otra
Los escritores tienen fama de ser buenos bebedores. Sin embargo, es una generalización injusta. Excepcionalmente, a alguno se le ha ido la mano con la botella y el resto ha pagado su mala fama. Varios de estos casos singulares han llamado la atención pública por tratarse de grandes figuras de la literatura universal. Por ejemplo, ...
Friedrich von Schiller y sus alusiones al vino de las Islas Canarias, en su famosa «Canción del Ponche». SEXTA PARTE
El vino canario ha sido elogiado por los más grandes literatos del mundo (excepto los españoles). Entre ellos, puede contarse al excelso Schiller, en uno de sus más bellos poemas, musicalizado por Franz Schubert.
Sobre cómo, dónde y por qué Shakespeare, Raleigh y Jonson se ponían morados de Canary-wine. QUINTA PARTE
Jonson era, sobre todo, un calavera y, sin lugar a dudas, el más ruidoso de la tertulia. El viejo Ben ostentaba cierto carácter fanfarrón que producía un sutil contraste con la conducta de sus compañeros. Podemos imaginarle con Shakespeare a un lado y Raleigh al otro, cantando una de sus canciones, y poniendo un énfasis particular en estos versos:
El síndrome del mayordomo
Así somos de canallas los seres humanos. Proyectamos nuestros reflejos más vulgares sobre seres angelicales y empezamos a despreciarlos cuando vamos reconociéndonos en ellos. Sucede en todos los campos de la vida.