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Mi perfil

Me gustan los libros: leerlos, tocarlos, viajar con ellos, sentirlos cerca al despertar, escribirlos,... Muchas páginas de este blog hablan de libros y de sus circunstancias. Nací en las Islas Canarias y continúo viviendo en ellas. En este post se encuentra una muestra de mi trabajo.

Congreso Internacional de la Lengua Española en San Juan de Puerto Rico: los académicos españoles muestran al mundo algo más que su mala educación

Decenas de miembros de la Real Academia Española colándose en la fila de embarque mientras se reían de su gracieta y de la desesperación de la asistente del aeropuerto. El resto de los pasajeros no podía dar crédito a las muestras de prepotencia, mala educación y machismo exhibidas por los académicos españoles que se dirigían al Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE).

Parada de Puerto Rico en Nueva York: 9 de junio de 2013

Hoy, como cada año, los emigrantes puertorriqueños organizan un gran desfile en el corazón de Nueva York. Durante horas, desfilan al son de su música, bailando, cantando, ondenado banderas boricuas, saltando en sus carrozas engalanas y ruidosas, en fin, haciendo sentir su presencia en la Manhatan vertical. Les aseguro que para un espectador ajeno a... Continue Reading →

PRESENTACIÓN DEL LARGOMETRAJE «Historia de la emigración canaria a Puerto Rico»

Largometraje sobre la emigración canaria a PuertoRico. La emigración canaria a Puerto Rico comenzó en 1493 y la arribada masiva finalizó hacia la década de 1920. Esta emigración es más que significativa en el mapa genético, cultural y social de la isla borinqueña. Sin embargo, tanto los canarios como los puertorriqueños parecen haber olvidado los grandes vículos que los unen. Afortunadamente, un grupo de personas lucha de manera denodada para reanudar los contactos.

La belleza que súbitamente se revela. El milagro de Tajao

Como surgido de la chistera de un prestidigitador, di con un paisaje índigo: cielo y mar: únicamente interrumpido por la presencia de grandes rocas blancas: insólitas esculturas albinas que parecían haber sido elaboradas, pocos segundos antes, con azúcar aventada desde las plantaciones de caña que yo estaba leyendo. Conmovido por lo que veía, me puse en pie y corrí al coche para buscar la cámara fotográfica, antes de que se desvaneciese aquel prodigio.

Así se asa un lechón en Puerto Rico. Una fiesta en casa de isleños

PUERTO RICO Y LA FELICIDAD

Los puertorriqueños son los habitantes menos felices de las islas caribeñas. Al menos, ésta es la sensación que me han producido sus habitantes desde que los conozco. Al principio, pensé que esa infelicidad era parte de la herencia cultural legada por los abundantes emigrantes canarios que arribaron a Puerto Rico. Indudablemente, los canarios somos muy dados a la autocompasión: sólo hay que oír hablar a uno de nuestros políticos o leer cualquier periódico para confirmarlo. Sin embargo, los numerosos descendientes de isleños en Cuba y la República Dominicana no se distinguen de sus vecinos por una acusada falta de dicha, aunque sean algo más melancólicos que los ciudadanos de otras etnias. Se me olcurrió que tal vez eran infelices por su dependencia de los Estados Unidos; pero estoy plenamente convencido de que ni las cadenas ni las alas políticas logran arrebatar la sonrisa a un pueblo. Se puede ser íntimamente feliz en el más infecto calabozo y desdichado en el palacio más suntuoso. Parece como si los caminos de felicidad y los del bienestar fueran misteriosamente independientes. Que los fluidos que alimentan el placer sean diferentes de los que nutren la sonrisa.
A mi modo de ver, la tristeza boricua responde a (...).

Los políticos, ¿servidores o amos?

Es evidente que los políticos no son servidores públicos. Si usted no está de acuerdo, dígame: ¿Quién trata a sus servidores de Ilustrísima o de Excelentísima? Nadie ha hecho eso nunca. A los servidores, como mucho, se les llama de usted. Son los servidores los que han de llamar Excelencia a sus amos. Los que tienen que guardar silencio ante ellos y solicitarles audiencia si quieren un poco de su tiempo. El dueño del tiempo es el auténtico amo, no el servidor.

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