Las veinte aldabas son, en realidad, veinte escenas de un drama, muy parecido a lo que es la propia vida. Donde el vaivén de las puertas que se abren, que se cierran, que se llaman, con o sin respuesta, conforman un paisaje lamentablemente cotidiano. Lo que no es cotidiano es la belleza y el sentido musical y literario con el que el autor, con el compás instrumental de la aldaba, dirige el ritmo de sus maravillosos poemas.Pero el libro de Antonio Abdo es eso y mucho más
La Carretera Vieja del Sur: viaje al corazón de Tenerife. 5
RETAZOS EN EL CAMINO No nos engañemos; todos los objetos que observamos son retazos, trozos de algo. Sin embargo, algunos parecen más trozos que otros, quizás porque somos capaces de imaginar con mayor claridad sus alrededores. Los objetivos de las cámaras, como los marcos de los cuadros, se prestan muy bien a trocear la realidad, a... Continue Reading →
La Carretera Vieja del Sur: viaje al corazón de Tenerife. 4
Hay días que no tienen segundos ni minutos sino tubos que roban en nuestros pozos hectolitros de tiempo para regarnos las horas sembradas de guadañas. Hoy, enredados los dedos en los libros, se me olvidó escribir. Hundidos mis zapatos en la Carretera Vieja, colocados mis sures boca arriba, repleta de estrellas la garganta, invito a hablar... Continue Reading →
No hagas naufragar a mi palabra
Un poema de Pedro García Cabrera a compaña a una foto de Manuel Mora Morales.
Sobre ti, mar, nació el amor
Un cortometraje de Manuel Mora Morales con la actuación de Antonio Abdo.
Varada en tu ventura
Tu color es el único que sabes. Y hay para ti un idioma: el de la piedra. Fuera de ti lo desconoces todo. Te basta solamente lo que tienes. ¡Qué sencillez de mundo a la medida, sin que la ausencia te desdoble y huya con la mitad de ti por esos mares! Todo, todo gravita tan pegado a tu propio existir, que identificas a tu presencia el universo entero, isla de ayer, de hoy y de mañana, razón de piedra en el amor anclada. (Pedro García Cabrera)
Discurre la luz
Por el mar herido ¿ibas o venías? Dejadle así. No palabréis hasta que le ponga epílogo la libertad. (Pedro García Cabrera)
Cómo acercarse a un poema sin sufrir un accidente. Parte 1
El poeta hace como el niño que juega; se cree un mundo imaginario que toma muy en serio, es decir, que dota de grandes cantidades de afecto, distinguiéndolo a la vez claramente de la realidad. Esto es, actualmente, lo que se ha denominado la suspensión de la regla de la sinceridad para crear un mundo cerrado, donde todos los elementos funcionan con una lógica interna, como sucede en el juego infantil. Es ahí donde nace la ficción poética, sustituyendo el placer del juego infantil. Cuando el ser humano experimenta un sentimiento placentero no renuncia a él, sino intenta repetirlo cuantas veces sea posible.
El higiénico látigo de Sir Henry Morton Stanley – [en el río (2)]
La maestría de Mailer en remover la conciencia arrancando su corteza a tiras consiste en colocar nuestra inteligencia y nuestros sentimientos junto a la normalización del horror en una réplica del corazón tenebroso apuntado por Conrad.
Pessoa, Mailer y Oswald, en el río (1)
Ahí tenemos a un muchacho idealista o desequilibrado (¿dónde está la frontera entre ambos calificativos, al que también podríamos agregar el de conservador?) que se aleja de la orilla y corre hacia el corazón del huracán. En el exterior todo es normal, excepto que la KGB tiene alquilado el piso de arriba y graba sus conversaciones y fotografía sus movimientos. Pero durante mucho tiempo eso es irrelevante para Oswald, puesto que lo desconoce. La verdadera aventura se libra en su interior.
El almendro y el toro
Lo más práctico es decir como el jefe opositor de la tribu caníbal: Aquí no se obliga a nadie a comer cabezas como ha sido tradición de nuestros antepasados: el que no quiere que no coma, pero que deje comer en paz al resto. La memoria para ellos está ligada al caldero, jamás a la víctima.
“Mi abuelo de Akkar”, de Antonio Abdo
La historia familiar de Antonio Abdo Pérez, iniciada en un apacible pueblo del Líbano, atraviesa el Océano con mayúscula, se ensancha en tierras del Caribe y madura en Tenerife, durante la primera mitad del pasado siglo. Cada verso es una chispa del alma del abuelo que convoca nuestras propias memorias hogareñas, irremediablemente decoloradas por el paso del tiempo. Es en este intercambio donde el poeta nos gana la partida para pasar a formar parte de nuestra intimidad lírica.
Mi Pedro García Cabrera, el García Lorca de las Islas Canarias
Pedro García Cabrera es el mejor poeta oriundo de las Islas Canarias. Nació en la isla de La Gomera, en el año 1905, murió en Tenerife, en 1981. Hizo la carrera de maestro y estuvo vinculado al movimiento surrealista y a la revista “La Gaceta del Arte”. A raíz del golpe de estado de 1936, fue arrestado y enviado a un campo de concentración en Villa Cisneros. Allí, organizó una evasión y con otros compañeros secuestró el vapor “Viera y Clavijo” y se dirigió a Senegal. Después marchó a Marsella y pasó a Andalucía, donde se integró en el frente republicano, pero de nuevo cayó en manos del ejército golpista y sufrió prisión durante siete años.