Pedimos asadura, fabada, más asadura, papas y un postre. ¡Madre mía! No sé si alguna vez en mi vida había comido un hígado de cochino tan rico como aquél. Repetimos, porque yo no podía admitir que se hubiera terminado tan pronto. Esaú vendió su primogenitura por un plato de lentejas al espabilado de Jacob, pero si éste le habría ofrecido un plato de asadura de este guachinche, Esaú le habría dado a cambio su primogenitura, su libertad, su alma y hasta su cuerpo.
Arautava, un exquisito vino nuevo canario
Una sorpresa muy agradable tuve ayer cuando probé el vino (cosecha 2012) producido por la Bodega El Penitente. Excelente: uno de esos vinos más rojos que Carlos Marx y con el sabor que debieron tener los besos de Marilyn, que siempre he soñado efervescentes. A algunos catadores, los vinos les saben a cerezas y a... Continue Reading →
La guerra de los guachinches
El fin de los guachinches no ha llegado, porque la gente está empezando a pasar hambre y, si los campesinos no los abren a plena luz del día, se abrirán solos de manera clandestina. Nuestros magos no saben luchar abiertamente, pero sí enrocarse. Han aguantado otros ataques, apoyados como ahora por la pléyade adulona que rodea el poder empresarial y político, y también sobrevivirán la presente batalla.