Quienes no hayan leído la letra pequeña de los artículos aparecidos en estos días en los diarios “The Washington Post”, “El País” y “La Reppublica” no conocerán el papel crucial que jugó este humilde instagramer que les habla (la falsa modestia es una de mis cualidades) en la curación de Marie Kondo, la famosa japonesa que se precipitó en la locura al tratar de ordenar el mundo.
Marie Kondo está loca
Si la influencer japonesa entrara en mi casa, infartaría. En el improbable caso de que sobreviviese, su primera reacción sería desalojar los miles de libros que abarrotan y estrechan las paredes de la vivienda.