Este documento audiovisual –cuyas imágenes no son excelentes y, a veces, se notan desincronizadas con el sonido– sube por vez primera a Internet. Se trata de un testimonio etnográfico y lingüístico de primer orden. He creído que no tengo el derecho a no darlo a conocer porque, al fin y al cabo, es un patrimonio de la humanidad que debe ser compartido. Juzguen ustedes mismos.