“Ruiz de Padrón valía por sí solo a todos sus compañeros, y no en valde resonó su autorizada voz en medio de aquella pléyade de hombre ilustres” es una valoración que dejó escrita José Desiré Dugour (Francia, 1814 – Canarias, 1875) en una de sus obras (Apuntes para la Historia de Santa Cruz de Tenerife, 1875) y la repitió Francisco Martínez Viera en su libro El antiguo Santa Cruz, crónicas de la capital de Canarias.