El hambre de los canarios: relato sobre cómo se inició la amistad entre Pascual Rodríguez de Sossa y el emperador marroquí

El Sultán aprecia al canario y se enfada por los atropellos que le infieren: de manera que su respuesta es terminante: los españoles deben pagar esa deuda y el vicecónsul Pedro Suchita ha de marcharse de Marruecos por haber maltratado al capitán Pascual de Sossa. Ciertamente Suchita había propinado un empujón a Sossa cuando éste se encontraba en el consulado aunque la cosa no pasó de ahí.

Pascual Rodríguez de Sossa, un canario apreciado por el emperador de Marruecos

En Canarias, ha habido numerosos personajes, capaces de sumir en la perplejidad a quienes llegan a conocer sus andanzas. Uno de ellos es el corsario y capitán de navío Pascual Rodríguez de Sossa, que vivió en el siglo XVIII, e, indirectamente, desencadenó una guerra entre España y Marruecos.

El caso de Zog I de Albania y la reproducción de los reyes por generación espontánea

La monarquía es un sistema elástico, aunque no lo parezca a primera vista. Casi igual que la iglesia o el ejército ha ido adaptándose a los nuevos tiempos y a las nuevas ideologías políticas, sociales y científicas. Su sobrevivencia ha dependido en gran parte de esa elasticidad, no sólo de la ignorancia de los pueblos. La realeza solamente ha quedado excluida por completo de los sistemas nazis y comunistas, en los que, sin embargo, la iglesia ha hallado resquicios para sobrevivir y el ejército se ha encontrado como en su propia casa, porque –en el fondo y, sobre todo, en la forma– ¿qué han sido el comunismo soviético y el nazismo alemán sino campamentos militares ampliados a todas las esferas de la sociedad?

Marianico y Teodorico: café para dos

Si Rajoy me recuerda a algún personaje histórico es a Teodorico el Grande. No por el respeto que aquél tuvo hacia las instituciones del Estado, sino por la traición consumada contra aquéllos con los que ambos gobernantes habían suscrito pactos solemnes.

Oda a los japoneses sosegados

En el planeta, todos estamos encantados con las sonrisas de los japoneses, tan ordenados y tan mansos, tan tranquilos y tan crédulos, ¡tan buenos ciudadanos mientras la radiación nuclear les va cercando por tierra, mar y aire! ¡Qué sana envidia nos producen! . Ya quisiéramos nosotros, todos, sentir cómo se queman nuestros estómagos y nuestras... Continue Reading →

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