No deja de gustarme el caminar de la perrita. Ahora, resulta que es el gobierno autónomo quien va a definirnos qué es un guachinche. Para esta gente –muchos de ellos ni siquiera han crecido en tierra canaria– un guachinche se reduce a un establecimiento que vende vino de la cosecha de sus dueños. Qué risa. Quién les habrá informado. Lo que sus señorías desean, créanme, es reducir los guachinches a folclore. El folclore comienza cuando la tradición fenece de manera natural y se mantiene de forma artificial, como un recuerdo, una gracieta o una curiosidad, pero no como una forma integrada en la vida cotidiana.