¿Le gustaba a Homero meterse sus buenas cucharadas de vino entre pecho y espalda? ¿Defendía poeta Ovidio que el vino iembra el amor en los corazones? ¿Se ponía Shakespeare hasta las trancas de vino canario en las tabernas de Londres? ¿Y Allan Poe? ¿Y Valle Inclán con su turbia luz azulenca? ¿Y...?, ¿y...?
La pluma en una mano y la botella en la otra
Los escritores tienen fama de ser buenos bebedores. Sin embargo, es una generalización injusta. Excepcionalmente, a alguno se le ha ido la mano con la botella y el resto ha pagado su mala fama. Varios de estos casos singulares han llamado la atención pública por tratarse de grandes figuras de la literatura universal. Por ejemplo, ...