Éste es uno de esos callejones de hermosura decadente donde no sería demasiado inesperado encontrar una cría de unicornio, las alas de un pegaso, una puerta al pasado, una librería de nigromancias o a Jorge Luis Borges boxeando con su doble.
Los colores de San Andrés
San Andrés era un barrio pesquero de Santa Cruz de Tenerife y sus casas eran blancas como la espuma de las olas que bañan la cercana Playa de las Teresitas. Su vecinos eran rojos, no de color sino de ideología. Y en eso llegaron los restaurantes de pescado y miles de bañistas. Y San Andrés... Leer más →
La Carretera Vieja del Sur: viaje al corazón de Tenerife. 5
RETAZOS EN EL CAMINO No nos engañemos; todos los objetos que observamos son retazos, trozos de algo. Sin embargo, algunos parecen más trozos que otros, quizás porque somos capaces de imaginar con mayor claridad sus alrededores. Los objetivos de las cámaras, como los marcos de los cuadros, se prestan muy bien a trocear la realidad, a... Leer más →
La Carretera Vieja del Sur: viaje al corazón de Tenerife. 4
Hay días que no tienen segundos ni minutos sino tubos que roban en nuestros pozos hectolitros de tiempo para regarnos las horas sembradas de guadañas. Hoy, enredados los dedos en los libros, se me olvidó escribir. Hundidos mis zapatos en la Carretera Vieja, colocados mis sures boca arriba, repleta de estrellas la garganta, invito a hablar... Leer más →
La Carretera Vieja del Sur: viaje al corazón de Tenerife. 3
Sin las casas campesinas del Sur no existiría la Carretera Vieja. Quizás, la autopista sí, porque ésta se alimenta del aeropuerto, de grandes hoteles, de gasolineras y de playas artificiales. Pero la Carretera Vieja necesita tejas y muros comidos por el tiempo para que tenga sentido su existencia. Las caseríos se visten de color para... Leer más →
Oporto encuentra a Tabucchi: una visión subjetiva
He de confesar que la combinación de Oporto y Tabucchi me entusiasma de igual manera que Lisboa y Pessoa, Buenos Aires y Borges o La Habana y Carpentier. Las ciudades y los escritores forman casales en las mentes de los viajeros con afición a la lectura, de igual manera que los músicos y los grandes festivales en el imaginario de los melómanos.
El protagonista de "La cabeza perdida de Damasceno Monteiro" odiaba Oporto; pero su creador, Tabucchi, le va cocinando el gusto a fuego lento, como si se tratara de una olla de callos, hasta que termina por enamorarse de esta ciudad espléndida de puentes, castillos, iglesias y estaciones de ferrocarril.
Los portugueses le dicen, simplemente, Porto, es decir, Puerto. Y nadie puede decir que ha visto la ciudad si antes no ha cruzado sus puentes sobre el río Duero y subido los casi 250 fatigosos escalones de la Torre de los Clérigos para contemplar los tejados que componen un maravilloso tapiz bermejo bajo el cual bullen el arte, la literatura, el vino, la gente, el bacalao asado y, naturalmente, los famosos callos de Oporto.
Macayo, un rincón espectacular de La Gomera
El bellísimo caserío de Macayo se encuentra en el término municipal de Vallehermoso, en La Gomera, rodeado de palmeras canarias que le proporcionan un verde intenso que contrasta con los muros rojos, ocres y blancos de las viviendas.