La Virgen de la Leche, ¿erotismo o misticismo? (2)

MÁS FOTOS, VÍDEOS Y ARTÍCULOS COMO ÉSTE EN

002

Lactancia de San Bernardo. Anónimo de 1680. Perú.

El día 20 de agosto, es día de San Bernardo, quien, a decir de fray Bernabé de Montalvo, es el Abogado de los Pechos Femeninos. Una casualidad como otra cualquiera, pero que viene a recordar a  los católicos que hubo un santo que, según sus propias palabras, bebió leche de los pechos de la madre de Dios. No había cámaras fotográficas ni de vídeo que pudieran dejar constancia fidedigna de algo tan extraordinario. Nos hemos de conformar con su testimonio y creerlo, ponerlo en duda o desecharlo como una mentira o una alucinación del santo.

Texto de fray Bernabé de Montalvo, cronista español de la Orden del Císter.

Naturalmente, aunque no creamos una palabra del supuesto milagro, no tenemos por qué suponer que Bernardo es necesariamente un mentiroso. Bien pudo decir su verdad al contar lo que creyó vivir, aunque, en realidad, no sucediera.

  «La loba amamantando a Rómulo y Remo», de Alessandro Algardi (s. XVII).

El mito latino de la loba dando su leche al fundador de Roma y a su hermano no es ajeno a nuestras tradiciones religiosas. El papel maternal para criar a los héroes se limita a proporcionarles alimentos, pero suele estar desligado de su procreación. ¡Es muy difícil otorgar a alguien la categoría de dios o de superhombre teniendo  a sus padres como vecinos!

Este vaso ampuliano (360 a.d.C.) está decorado con una imagen de la diosa Hera amamantando a un crecidito Hércules.

A la izquierda aparece Afrodita, a quien Hera se la tenía jurada desde que tuvo aquel asuntillo con Paris. En realidad, Hera también odiaba a Hércules, pero fue engañada por su marido Zeus para que lo amamantara.

El dibujo representa los momentos anteriores al instante en que Hera se da cuenta de quién es el niño está mamando en su pecho. Luego, aparta de un manotazo al niño intruso y su leche se derrama en el cielo, dando lugar a la Vía Láctea.

Cuadro de Tintoretto (1580), localizado en la  National Gallery de Londres, en el que también aparece Hércules o Herakles alimentándose con la leche de la esposa de su Padre Zeus.

Ya hemos visto que las representaciones de la Virgen con sus pechos al descubierto y ofreciendo leche a su hijo o a otras personas no es privativo del arte cristiano. En Egipto, Grecia y Roma existieron imágenes similares en las que se inspiraron los pintores europeos medievales y los de siglos posteriores. La creación del mito de la Vía Láctea y sus representaciones tampoco se hallan lejos.

Óleo «El nacimiento de la Vía Láctea» de Rubens  (1637), consevado en el Museo del Prado. Detrás, Zeus, el Dios Padre del Olimpo, contempla a Hércules y a Hera.

«Visión de San Bernardo», según Joos Van Cleve. La Virgen enseña su pecho derecho a San Bernardo, sin una razón aparente, porque es evidente que el Niño ni está mamando ni parece abrigar intenciones de hacerlo. Tampoco es seguro que las manos del santo se hallen en disposición de aplaudir.

La sexualidad es tan terca como la verdad y un día u otro, de una u otra forma, termina por evidenciarse. Los disfraces que adopta lo sexual para manifestarse cuando está reprimido son tan abundantes como las acciones personales. Desde hace tienpo, se sabe que los sueños, las fantasías, las producciones artísticas, etc. nos muestran lo sexual sublimado. Que cuanto más reprimimos los deseos con mayor fuerza se evidencian.

La sensualidad fue duramente reprimida por los dirigentes de la cristiandad, empeñados en tratar los cuerpos humanos como recipientes llenos de pecado a los que debe mantenerse ocultos y maltratar cuanto se pueda.  A pesar de ello, se buscó la forma de mostrar cuerpos seductores en imágenes «decorosas» como esta sensual  «Virgen de Melun», de Jean Fouquet (s. XV), a la que también se conoce como La Virgen enfadada.

«La Duquesa fea»,  pintada por  Quentin Matsys a principios del siglo XVI.

Sin sumergirnos en las escabrosidades a que nos llevaría, necesariamente, un psicoanálisis detenido de la vida de San Bernardo, no se puede omitir que la relación con su madre biológica –miembro de la nobleza francesa– fue más intensa de lo normal y que, cuando ella muere, el santo continúa hablando con su fantasma.

Su difunta madre se le aparece, de tanto en tanto, y mantiene con ella una comunicación fluida, según sus propias confesiones. Si a esto se unen sus visiones de pechos celestiales que le regalan su leche, cualquier psicoanalista pensaría de inmediato en un complejo de Edipo como una catedral. O, en su caso, como un monasterio.

Pero aquí dejo el espinoso tema hasta un próximo post, en el que prometo mostrar imágenes tanto o más divertidas que en las dos primeras entregas de lo que va camino de convertirse en un culebrón lácteo. Por cierto, y hablando de lácteos, ¿no han probado el Dulce de Leche San Bernardo?

Producido en Argentina, los fabricantes de este Dulce de Leche no pudieron haber elegido una marca más apropiada para el postre favorito de sus paisanos. Únicamente, les faltó agregar en la etiqueta alguno de los numerosos cuadros que muestran al santo recibiendo la dulce leche en su boca.

 

MÁS FOTOS, VÍDEOS Y ARTÍCULOS COMO ÉSTE EN

Enriquece este artículo con un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com.

Up ↑