Canarios en República Dominicana. Quinta parte

Don Aureo Francisco, emigrante canario, residente en Constanza.

Uno nunca debe estar seguro de haber tocado fondo, porque cualquier fondo puede quebrarse y aparecer un nuevo abismo. Esto les sucedió a los emigrantes canarios en la República Dominicana. A todas sus calamidades, se añadió una para la que estos jóvenes políticamente imberbes no estaban preparados: las acusación de ser comunistas.
La isla estaba atestada de espías del gobierno, llamados calies, los cuales delataban a los emigrantes como comunistas cada vez que protestaban por algo o se quejaban por no haberse respetado sus contratos. A veces, no hacía falta rebelarse contra la situación, porque los propios españoles también los delataban como enemigos del régimen trujillista para quedarse con sus tierras.

Ya te digo, los camiones recogiendo gente, eso era todos los meses, recogiendo. Hubo una noche un caso que yo presencié. Llegan tres canarios, eran de las Palmas, no me acuerdo del nombre de ellos ya. Venían de la parcelita de trabajar, de noche. Y llegaron.
A la entrada del pueblo se encuentran con el camión parado y subiendo gente. Y siguen para allá que ellos vivían creo que en la cuarenta y seis. Eran sesenta casas que habían. En cada casa metieron seis. Según el contrato era una casa para cada uno y después nos metieron seis.
Y cuando llegaron y les dicen los compañeros, «vámonos», y ellos: «uh, cómo vamos a irnos si tenemos la parcela sembrada y todo, cosas…», «Vámonos de aquí que esto se pone peor. Vinimos juntos, vámonos juntos».
Los tres cogieron sus pasaportes, cogieron sus maletas y llegaron al camión y le entregaron los pasaportes al jefe.
Que se iban.
Y les dijeron: “Pero si no son ustedes, ¿ustedes por qué se van?
«Sí, nos vamos, vinimos juntos y nos vamos juntos».
Subieron al camión y se fueron. Eran tres de Las Palmas, no me acuerdo del nombre de ellos.
(Don Aureo Francisco, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

Estación de ferrocarril en Santiago de los Caballeros.

En enero de 1956, en el barco Auriga, llegaron otros 370 emigrantes españoles. En este mismo barco, devolvieron a España 300 emigrantes, entre los que había un buen número de canarios, acusados de comunistas. Fue el último viaje de esta emigración.
En ese mismo año, Trujillo adquirió por 35 millones de dólares los cinco ingenios de la West Indies Sugar. Después compró otro, en condiciones parecidas, usando también dineros públicos para su lucro personal. Ya controlaba el 80% de la producción industrial y empleaba en sus empresas privadas al 45% de la mano de obra del país.
El SIM (Servicio de Inteligencia Militar) secuestró y asesinó al escritor español Jesús de Galíndez, en Nueva York. Para encubrirlo se realizó una cadena de crímenes que escandalizó a la opinión mundial. A partir de aquí, los periódicos The New York Times y Washinston Post se encargarían de acorralar a Trujillo. El gobierno norteamericano no tuvo otra alternativa que comenzar a retirarle su apoyo.

Recuerdo que en la época de Trujillo se vivía lleno de temor. Yo recuerdo que cuando decían ahí viene la policía todos nos metíamos debajo de las camas, hasta los niños. Nos íbamos a los rincones de las casa y nos metíamos debajo de las camas. Inclusive mi papá, todo el mundo y mi abuelo y todo el mundo.
Nos escondíamos cuando oíamos «Ahí viene un policía». Y uno iba a esconderse con un temor tremendo todo el mundo. Vivía uno lleno de temor y como él dijera. Obligatoriamente.
Yo misma llegué a marchar en el sol y había que decir «Que viva Trujillo el Benefactor de la Patria» porque si uno no lo decía… Ya usted sabe, uno tenía problemas.
(Doña Altagracia, descendiente de emigrantes, Rep. Dominicana, 2003)

Un informe de la Secretaría General del Ministerio de Información y Turismo de España, realizado en 1956, aporta datos escalofriantes sobre la población gobernada por quien Francisco Franco había definido como “el gran amigo de las hispanidad”:

“[Hay] niñas de doce y catorce años en estado, niños que abusan del ron, padres y hermanos que viven juntos en la misma habitación, niñas y jóvenes fumando a todas horas; se desconocen el plato y la cuchara, hasta el extremo que el arroz, el plátano y la yuca, base de la alimentación de la gente del campo, son servidos en hojas, y se toman aquel cereal con los dedos. Las viviendas no reúnen las condiciones precisas para que pueda vivir el español. Por la noche se nota mucho frío en ellas, y por el día un gran calor. Les dan tan sólo 60 centavos por persona (25 pesetas) y con eso tienen que comer y vivir. La vida está cara, lo único barato es el café, el ron y el tabaco”.

Naturalmente, este estado de cosas influyó directamente sobre la vida de los emigrantes canarios, los cuales fueron comprobando que las posibilidades de progreso en esta isla caribeña no eran demasiado grandes.

En el año cincuenta y cinco aquí un maestro rural no sabía ni el abecedario. Solamente le enseñaba a los muchachos a escribir «papá» y «mamá». Es que no sabía.
(Don Antonio Acosta Hernández, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

Pues nos chismearon como comunistas y se nos fue complicando la vida. Nos fueron acechado y nos iban agarrando de noche. Ya nos tenían señalados.
De repente llegaba un camión que se llamaba catarey, un camión que cargaba la caña. Llegaba la policía y donde estaban señaladas, casa por casa, iban cogiendo y montando en el camión. Cuando recogían se iban, pero ya quedaban otros fichados y hay personas… una desgracia.
(Don Aureo Francisco, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

Trujillo optó por llevar inmigrantes japoneses. Transportó a la Republica Dominicana a 1.500 nipones que cultivaban tierras en la zona montañosa del centro. Muchos volvían a su país denunciando que vivían en auténticos campos de concentración, vigilados por soldados armados.

Para más desgracia, el médico que hay en Baoba que era español, se descubrió que era el calie (espía) del gobierno. Contra nosotros. Después, al matar a Trujillo el salió huyendo. ahí se descubrió todo. Entonces la cosa se fue complicando: panoramas y situaciones que eran duras.
(Don Aureo Francisco, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

El año 1957 marcó el comienzo de Santo Domingo como lugar ideal para el exilio de los dictadores latinoamericanos. El primero en llegar fue el dictador colombiano general Rojas Pinilla. En marzo de este mismo año, embarcaron de vuelta a España 1.369 emigrantes y en mayo llegaron 588 húngaros que huíande la instauración del comunismo en su país. Fueron destinados a zonas salitrosas que terminaron por abandonar. Mientras tanto, las penalidades de los emigrantes canarios continuaban aumentando.

Había un gago palmero de Fuencaliente. Alto él, pero gago. Entonces, por mala suerte le tocó la tierra en la sabana y no pudo trabajarla. Entonces, de tiempo a tiempo llegaba un coronel con el encargado de colonia. Hicieron una reunión y pegó a preguntar por qué no trabajaban la tierra. Pero cuando llegó al gago, el pobre gago, imagínate la situación, situación crítica, se fue poniendo nervioso y cuando llegó el momento que le preguntó, empezó qué, qué, que, qu… y no podía responder y jaló por la mano y si no le garran la mano le da un buen trompón al coronel. Ahí lo cogieron y para La Victoria, la cárcel, un poco retirado detrás de la capital para dentro. Y lo llevaron. Y así siguieron casos.
(Don Aureo Francisco, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

Vieja foto de un grupo de jóvenes de Constanza.

En el año 1958, se exilió en Santo Domingo el dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez. Y, a principios de 1959, llegó el dictador cubano Fulgencio Batista.
Poco después, Fidel Castro se comprometió en Caracas a apoyar a los exiliados dominicanos. Luego, facilitó el entrenamiento de guerrilleros dominicanos en Cuba. El gobierno venezolano de Rómulo Betancourt contribuyó con dinero, armas y aviones a la organización del Ejército de Liberación Dominicano.
Trujillo también fortaleció su ejército. Creó una Legión Extranjera con mercenarios europeos y norteamericanos. La familia Trujillo comenzaba a verle las orejas al lobo y envió mucho dinero a bancos del extranjero.
El día 14 de junio, una expedición de 54 hombres se dirigió a la República Dominicana. Cinco días después llegaron 144 hombres a Puerto Plata. Los hombres se repartieron en varios grupos, pero sólo uno, el de Constanza, tuvo éxito.
Los guerrilleros antitrujillista se refugiaronn en bosques o en pequeñas aldeas, pero Trujillo las bombardeaba y mataba a decenas de familias inocentes. Los invasores fracasaronn y fueron capturados, torturados y asesinados. Las torturas las dirigió un hijo del tirano, llamado Ramfis Trujillo. De cuantos llegaron en esta expedición contra Rafael Leónidas Trujillo, sólo sobrevivieron dos dominicanos y dos cubanos.
Pero la población estaba desesperada y no se resignaba a continuar bajo la opresión del dictador. También, en 1959, hubo una conspiración en la fuerza aérea que fue descubierta. Trujillo torturó y asesinó a cincuenta militares y técnicos. La represión se recrudecía. El país estaba aterrorizado.
En la clandestinidad algunos jóvenes trataron de organizarse. Se reunieron 297 muchachos, en una organización que denominaron Agrupación Política 14 de Junio. Doscientos cuarenta de ellos pertenecían a la pequeña burguesía.
En medio de estas convulsiones, los emigrantes canarios tratabann de sobrevivir a su manera, intentando no mezclarse en los problemas del país. Sin embargo, eso era imposible y se vieron arrastrados por la efervescencia social y el nerviosismo de los gobernantes.

Estuve en la colonia. En Baoba estuve hasta el 59. Después aquí estuve en la colonia. Me dieron una casa y me la quitaron cuando la huelga. Me quitaron la tierra y tuve que salir huyendo.
(Don Felipe Martín, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

Después para más complicación, en el cincuenta y nueve, salta Fidel Castro. Ahí fuimos nosotros acusados de oír las noticias cubanas que se oían bien. Nosotros la oíamos porque los canarios estamos medio liados hacia los cubano: tenemos la música, el son, la rumba, el punto cubano. A muchos nos gustaba oír. Pues ahí se nos complicó el asunto: el mismo radio que Trujillo nos regaló, nos sirvió de puñal. Los alcaldes, los segundos alcaldes, que después se convirtieron en Guardia Rural. Cuando tú venías a ver y abrías la puerta, te los encontrabas detrás de la puerta escuchando. Después nos chismearon como comunistas y se nos fue complicando la vida. Nos fueron acechado y nos iban garrando de noche. Ya nos tenían señalados. De repente llegaba un camión que se llamaba catarey, un camión donde cargaban la caña. Llegaba la policía y donde estaban señaladas, casa por casa, iban cogiendo y montando en el camión. Cuando recogían se iban, pero ya quedaban otros fichados y hay personas… una desgracia.
(Don Aureo Francisco, emigrante, Rep. Dominicana, 2003)

Integrantes de la Agrupación Política 14 de Junio.

En enero de 1960, la policía descubrió la Agrupación Política 14 de Junio. Se apresó a sus miembros y se les torturó en la cárcel de “La Cuarenta”. Casi todos fueron asesinados. Otros murieron de hambre o enfermos. Las descripciones de las torturas llevadas a cabo en la cárceles trujillistas no son un plato fácil de digerir; sin embargo, he decidido incluir los siguientes párrafos, escrito por un médico que contempló aquellos crímenes, para que se comprenda la magnitud de lo sucedido en esa tierra hermana.

«La noche que yo llegué al centro de tortura, aquello parecía la obra de alguna alucinación dantesca. En todo el patio de la prisión y en sus diversas dependencias se torturaba del más diverso modo en medio de un frenesí bestial en el que aparecían entremezclados esbirros y hombres desnudos y esposados dando alaridos y revolcándose como gallinas decapitadas.
No es poco el impacto que produce en el ánimo más aplomado contemplar a un hombre indefenso y desnudo, vuelto una masa de carne lacerada y convertido en una especie de cebra bípeda con todo el cuerpo cubierto de surcos negros y sanguinolentos causados por pelas de más de doscientos azotes que se aplicaban con fuertes gruesos alambres y tubos de material plástico.
Los alaridos provocados por la aplicación de corriente eléctrica con su efecto quemante en todo el sistema nervioso tienen un carácter particularmente ondulante y desgarrador y la escena de un hombre, desnudo y amarrado a una poltrona recubierta de láminas de cobres, es en especial dramática.
La víctima se retorcía al recibir las descargas eléctricas y las contracciones de su cuerpo y los rictus del rostro que se sucedían entre aullidos de dolor producen una visión, realmente insoportable. Mientras tanto, el coro de torturadores, en medio de las pausas, vertía toda suerte de chistes y sarcasmos con respecto a las víctimas, en tanto practicaban la diversión de apagar cigarrillos, de manera continua, en los cuerpos de los maniatados en La Silla.
Cuando alguien perdía el conocimiento, como consecuencia de las pelas aplicadas en un cuadrilátero denominado El Coliseo, por dos o tres esbirros a la vez, sobre el cuerpo despellejado, sanguinolento y en carme viva del cautivo, era derramada una lata de agua de sal o se le sentaba en La Silla para reanimarlo con descargas eléctricas.
Por otra parte, un potente foco producía una luz enceguecedora, aun en el caso en que se cerraran los ojos. El Coliseo también era usado para hacer entrar en acción a dos perros amaestrados que eran azuzados contra el cautivo –siempre desnudo y esposado– que sufría un ataque intermitente con pausas de 30 segundos a un minuto, lapso en el cual se reanudaba el asediante interrogatorio para darle paso a una nueva acometida de los canes.
Los perros, como verdaderos seres humanos, obedecían de manera automática, tanto la orden de atacar como la de suspender el ataque. Aquello era un sistema de tortura física y psicológica: los perros, aún cuando suspendían por orden de esbirros el ataque, permanecían prácticamente encima de la víctima gruñendo y en espera de la nueva señal para acometer otra vez. La aplicación de los tubos eléctricos en las partes vitales era cosa común, pero lo más, terrible de todo aquel catálogo infernal no estuvo constituido, precisamente, por la cuota de tormento que cada quien recibía.
En fin de cuentas, llega un momento en que el dolor físico, intensificado gradualmente, lo sumerge a uno en una nebulosa, en una especie de duermevela en la que la mente llega a ponerse en blanco y sobreviene el desmayo y se produce una extraña insensibilidad. Todavía más insufrible que el propio castigo recibido es la contemplación o percepción auditiva del tormento que soportan los otros».
(Doctor Rafael Valera Benítez. Complot Develado. Vol. l. Págs. 32-33.)

CONTINÚA…

Vídeo con la Historia de la emigración canaria a la República Domicana (producido por Amazonas Films, emitido por Televisión Canaria y dirigido por Manuel Mora Morales). PRONTO ESTARÁ DISPONIBLE LA VISUALIZACIÓN ON LINE DEL DOCUMENTAL COMPLETO.

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