Simplemente una ensalada

Un pintor traza cuatro pinceladas sobre un lienzo. Quinientos críticos interpretan correctamente que los matices, las texturas y la dirección del pincel indican un estado de euforia que se corresponde al momento histórico que la mano y el ojo del artista han sabido captar de forma sensible e inteligente.

Un arquitecto diseña un edificio que recuerda las capas de una cebolla. Quinientas revistas de diseño se hacen eco de ese vanguardismo arquitectónico capaz de conceptualizar en formas bióticas hormigonadas los sentimientos sinérgicos del ser humano frente a los avances digitales del nuevo siglo.

Un cocinero prepara una ensalada digna de los dioses del Olimpo con cuatro vegetales y un trozo de queso. Quinientos críticos, un pintor y un arquitecto se la comen en un modesto restaurante ateniense, a la sombra del Partenón, y se marchan, pagados de sí mismos, sin felicitar a nadie.

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