Quienes no hayan leído la letra pequeña de los artículos aparecidos en estos días en los diarios “The Washington Post”, “El País” y “La Reppublica” no conocerán el papel crucial que jugó este humilde instagramer que les habla (la falsa modestia es una de mis cualidades) en la curación de Marie Kondo, la famosa japonesa que se precipitó en la locura al tratar de ordenar el mundo.
El pasado 9 de enero, publiqué el post titulado MARIE KONDO ESTÁ LOCA, que tuvo el poder de cambiar por completo el comportamiento obsesivo de la influencer japonesa.
Según el eminente psiquiatra japonés Sakiro Lohketa, tan pronto Marie leyó mi post, tuvo una epifanía psicoseirática que le cambió la dirección del flujo cerebral e irrigó las neuronas de su hemisferio derecho.
Como consecuencia, Kondo tomó conciencia de sus reiteradas compulsiones* para ordenarlo todo con el destructivo método de tirar la casa por la ventana.
Afortunadamente, en un súbito acto de sinceridad, la nipona proclamó de inmediato su total arrepentimiento, mientras iba esparciendo por su casa la ropa sucia de sus tres hijos.
Por otro lado, un portavoz del PP ha manifestado que todavía la señora Kondo no ha salido públicamente a pedir perdón y, por tanto, no prestan credibilidad a esta maniobra del gobierno para conducir España al caos.
En lo que a mí respecta, no puedo dejar de agradecer a Marie Kondo el bello gesto de enviar las tres botellas de sake que ha me entregado DHL junto a una postal con cerezos en flor embarullados, donde explica de manera caótica su agradecimiento por ayudarla tanto a desordenar su casa como su vida.
Desde aquí, deseo no sólo expresar mi alegría por su curación, sino animarla a volver sobre sus pasos y visitar de nuevo a sus antiguos clientes para ayudarlos a desordenar sus armarios. Evidentemente, cobrando la misma tarifa que en su anterior cruzada por el orden minimalista.
Sayōnara, shin’ainaru Marie Kondō.
👍🥰🤗
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(*) Ver Reich y Lacan sobre la coraza caracterológica obsesiva, derivada de la analidad mal resuelta.
Tanto orden puede llegar a ahorcarte. Marie Kondo debió de ver el peligro.