En busca de los callejones perdidos

Éste es uno de esos callejones de hermosura decadente donde no sería demasiado inesperado encontrar una cría de unicornio, las alas de un pegaso, una puerta al pasado, una librería de nigromancias o a Jorge Luis Borges boxeando con su doble.
A veces, me aproximo a su entrada, miro con detenimiento sus aliteraciones, sonoridades y ritmos suspendidos, y me digo que en realidad ese lugar no existe, que es el ectoplasma de un callejón que se formó en el cerebro de Óscar Domínguez alguna noche de bares parisinos y mezclas de absenta con sal de Lanzarote y versos de Verlaine.
He observado últimamente que el rinoceronte de la izquierda está desapareciendo sin lograr su propósito de cruzar e intimar con la gueparda que se encuentra al otro lado. Mientras tanto, nadie ayuda a ahuyentar a Cronos para que cese en su labor corrosiva, imponiendo su realismo sin piedad.
Ayer mismo, al pasar, me pareció escuchar la voz apagada de Jean Moréas que declamaba un nuevo manifiesto simbolista, mientras se hundía lentamente en el asfalto sin que nadie volviera la cabeza.
Exactamente como el barrio de los callejones perdidos, me dio por pensar.

One thought on “En busca de los callejones perdidos

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  1. ¡Qué hermosa aventura a la fantasía y la imaginación acabo de leer! Pensar que ese callejón olvidado ha sido la musa de inspiración. ¡Me ha encantado!!

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