San Andrés era un barrio pesquero de Santa Cruz de Tenerife y sus casas eran blancas como la espuma de las olas que bañan la cercana Playa de las Teresitas. Su vecinos eran rojos, no de color sino de ideología.
Y en eso llegaron los restaurantes de pescado y miles de bañistas. Y San Andrés cambió de color: las casas se hicieron de colores fuertes y la ideología palideció.
Hoy, es un gusto pasear por sus calles de puertas abiertas, con olor a pescado frito y los colores chillones que disimulan la pobreza de algunas viviendas.
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