
Una práctica aberrante en los centros de enseñanza es motivar al alumnado con engaños. Las malas praxis de excelentes teorías no sólo producen daño a quienes las sufren y las ponen en práctica. Su generalización puede terminar contaminando por completo la propia teoría. Para muestra, un botón didáctico.
UNA ENSEÑANZA COOPERATIVA A LA CARTA
Hace años, escuché a un profesor hablar sobre los beneficios de lo que él creía que era la «Enseñanza Cooperativa». Resumiendo mucho, en la enseñanza cooperativa se divide la clase en grupos de cuatro alumnos que realizan actividades «remando» todos en la misma dirección para alcanzar una meta común. Expuesto de esta manera no se encuentran muchas objeciones a un método empleado con éxito desde hace años Sin embargo, a medida que el profesor ponente profundizaba en el asunto, sentí que me saltaban todas las alarmas. No por la enseñanza cooperativa, sino por la falta de ética que latía en la teoría expuesta por este docente.
LIBERTAD AL ESTILO «MATRIX»

Su recomendación era que los alumnos sintieran sensación de libertad en la clase. Pero no de una libertad cabal, sino de una falsa libertad, canalizada a través de una serie de actividades-trampa preparadas por cada profesor.
Por ejemplo, un profesor de Matemáticas que prepara para su clase unas actividades sobre álgebra. Sin embargo, en lugar de entregar una hoja con los ejercicios a cada alumno, prepara dos hojas aparentemente distintas, pero esencialmente iguales.A continuación, les dice a los alumnos que tienen la libertad de escoger una u otra.
Así, el alumnado tendrá la sensación de haber elegido con libertad sus ejercicios. No obstante, el profesor sabe que cualquiera de las dos opciones es la misma. Es decir, simple y llanamente, una falacia.
Siguió el ponente hablando de otras opciones parecidas. Su común denominador era el engaño al alumnado para que realice elecciones y propuestas con la sensación de una libertad que no existe. Este hombre goza de fama como profesor que lleva a las aulas un tipo de pedagogía avanzada y respetuosa con el alumnado. No dudo de que estas valoraciones sean bienintencionadas, pero tanto el método como los resultados me parecen aberrantes. Aunque reconozco que están muy extendidos en algunas instituciones de enseñanza falsamente progresistas.
LOS MEDIOS Y EL FIN

Dudo que los chicos y chicas que padezcan esta didáctica, ¡tan falta de ética!, estén siendo educados correctamente. En la enseñanza, como en otras facetas de la vida, el fin pocas veces justifica los medios falaces. Un profesor no puede educar –no educa– para la democracia si intenta motivar al alumnado con engaños… ¡para que se sienta libre!
Los más inteligentes y audaces de esos jóvenes llegarán a la madurez aplicando los mismos métodos con que han sido educados. Si arriban a la política, serán demagogos que presentarán falsas opciones a sus electores y repetirán el patrón de conducta con que fueron educados. Los menos espabilados crecerán sometidos mansamente al engaño de las falsas opciones: creyerán de buena fe que están ejerciendo su libertad con su voto a programas políticos engañosos. Asimismo, se convertirá en malos consumidores con la adquisición de productos comerciales idénticos pero etiquetados de manera distinta, etc.
Éste es el camino de la falta de ética en la Didáctica. Paralelamente, quizás, el mismo profesor impartirá, inútilmente, clases de Ética a esos mismos alumnos para lograr ciudadanos conscientes.
LOS EJEMPLOS ARRASTRAN

Así, desembocamos en el adagio latino que es la columna vertebral de todo sistema educativo: «Verba docent, exempla trahunt».
Sí, las palabras enseñan, los ejemplos arrastran. Cuando se hace trampa con la libertad al alumnado, no se formarán alumnos libres, sino alumnos manipuladores y alumnos manipulables. ¿Es esto lo que deseamos?
Más de una autoridad educativa contestaría que sí.
____________________________
Enriquece este artículo con un comentario.