PIZZAS DE CHOCOLATE
Vi la pizza de chocolate en un congelador de supermercado. Intrigado, la tomé en la mano, la examiné, me indigné y la introduje en mi bolsa de congelados.
La curiosidad mató al gato, ya lo sé.
Metí la pizza al horno los 10 minutos preceptivos. Desconfiado, decidí freír unos pimientos de Padrón, mientras dilucidaba qué podía beber para acompañar la pizza de chocolate: agua no, gracias (oxida hasta el hierro); cerveza tampoco, me pareció incompatible con el chocolate; vino, en absoluto, soy incapaz de corromper el líquido más noble del universo con una comida tan, pero tan, tan basura. Así que por lógica elemental mis opciones se vieron reducidas a la Coca-Cola.
JOSÉ LEGRÁ «EL PUMA DE BARACOA»
Mientras freía y horneaba, leí una noticia (para que después digan que los hombres no somos capaces de hacer dos cosas a la vez) recuperada por el periódico El Día, con el título: “Ayer, el campeón ante la Virgen: Legrá recibido clamorosamente en Playa Santiago”.
Se refería a José Legrá, un cubano nacionalizado español, que logró coronarse Campeón del Mundo de Boxeo en no sé qué peso y vivía en La Gomera, protegido por los caciques de Playa de Santiago.
Entre la noticia y el olor de la pizza de chocolate, me remonté a mi adolescencia. Un tiempo en que los empleados de Álvaro Rodríguez López y Fred Olsen eran capaces de enviar para casa al sargento de la Guardia Civil bajo la amenaza de contar a los Amos que los guardias andaban molestando con su presencia a los músicos en la verbena de Tapahúga. Lo narro así porque lo vi desde el escenario, no es que me lo contaran.
PUÑETAZOS EN LA CALLE
Legrá era un boxeador que con su baile y su verborrea volvía locos a sus adversarios (los ingleses lo llamaban Little Cassius Clay).
De Pepe Legrá conservo, entre otras, una imagen muy viva en la memoria: una tarde lo vi salir dando puñetazos del antiguo bar Don Juan –cercano al kiosco Los Paragüitas de Santa Cruz de Tenerife– enzarzado en una pelea con unos cuantos marineros orientales.
Pelea que se prolongó a lo largo de la Alameda del Duque para deleite de los transeúntes que pudieron asistir gratis a un combate del gran Pepe Legrá, Campeón del Mundo. Eso sí, sin guantes y con camisa blanca de manga larga.
Se me quebraron los recuerdos cuando sonó el timbre del horno y saqué la pizza de chocolate. La textura me recordó a uno de los dos grandes fiascos de la Revolución Cubana: el primero: miles de consignas tan estúpidas como pretenciosas en cada esquina y el segundo: las repugnantes y esponjosas pizzas blandengues que despachaban en La Habana a la hora del almuerzo (sí, justo las mismas que un cubano avispado logró con su empresa endilgarselas más tarde a los adolescentes de medio mundo a precio de caviar).
Logré comerme la mitad de la mía, haciendo un esfuerzo mental e imaginando que merendaba un goffre de chocolate, que no sé si en español se escribe con dos efes o si perdió una letra por el camino como ha pasado con la pizza.
GUAJIRO GUANTANAMERO
La digestión, que no fue tan pesada como había presentido, la pasé tratando de imaginar al guantanamero Legrá en su infancia, recorriendo su Baracoa natal entre los terribles calores del Oriente cubano, mientras en Cojímar el lanzaroteño Gregorio salía con su compadre Hemingway a pescar cazones… hasta que en 1961 el gringo le regaló su yate al conejero y se pegó un tiro en la cabeza.
Dos años más tarde, Pepe Legrá saldría de Cuba, buscando horizontes profesionales para hacerse famoso partiéndole la cara al prójimo.
JOSÉ LEGRÁ Y JOSÉ MANTEQUILLA NÁPOLES ERAN BUENOS BOXEADORES Y BUENOS CAMPEONES DEL MUNDO GRACIAS POR RECORDARLOS.