A mí es a quien menos debería sorprender la creciente afición por los guachinches en Tenerife y otras islas. Explicaré por qué, pero primero permítame definir un guachinche como una venta o pequeño local donde se vende vino del país junto a algunos platos tradicionales: pescado salado con gofio, ropa vieja, carne de cabra, carne de cerdo adobada y frita (carne fiesta), pulpos cocidos, papas arrugadas, sopa de cabra, etc.
Publiqué en 1996 una obrita llamada El libro de los guachinches. Las rutas secretas del vino en Tenerife que fue muy bien acogida desde el principio y ya ha pasado de las veinte ediciones. Por esto digo que no debería sorprenderme. Sin embargo, desde hace unos pocos años, los clientes de estos locales se han multiplicado e, incluso, se hacen expediciones a otras islas (principalmente Tenerife y La Gomera) para probar sus exquisiteces.
Una muestra de este guachinchemanía son los más de 21.000 miembros de un grupo de Facebook que abrí con el nombre de Guachinches Canarios. Mis expectativas no pasaban de que se agregaran 500 o 600 personas, como mucho. Sin embargo, cada día recibo cientos de solicitudes para entrar al grupo que ya he tenido que convertir en “cerrado” para evitar la entrada de publicistas, prestamistas, etc., es decir, de quienes ya se conocen como trolls.
La explicación de que la clientela de los guachinches sube porque son baratos y estamos inmersos en una crisis económica no es suficiente para explicar el fenómeno. Los más jóvenes se están sumando a esta moda, lo cual es extraño porque, en general, rechazan las diversiones de sus padres y se alejan de sus lugares de ocio, lo cual no es una novedad.
Menos aún justifican este crecimiento las leyes restrictivas que las instituciones públicas canarias están aplicando a los guachinches. La reacción popular ha sido, más bien, dirigirse a los establecimientos que los gobernantes llevan unos pocos años satanizando.
No puedo decir que yo sé el motivo de esta guachinchemanía pero, sea como sea, sirve para que los jóvenes se acerquen a la tradición gastronómica de sus mayores y entren a formar parte de la magnífica cultura vinícola canaria, mucho más sana que la adicción a otras bebidas eufóricas o de alta graduación alcohólica.
En cuanto al grupo, cada día los miembros añaden fotos y comentarios sobre sus experiencias gastronómicas y, si alguien solicita información para comer en cualquier zona, a los pocos minutos recibe un número apreciable de respuestas. Cada vez, los comportamientos inadecuados son menos frecuentes y se nota una especie de camaradería entre esta multitud de personas amantes de la antiguas tradiciones.
La gastronomía que utiliza productos de proximidad es la que más ayuda a conservar nuestros ecosistemas, pero también influye de manera decisiva en el cuidado y desarrollo de nuestra cultura heredada, esa cultura que debemos cuidar y mimar frente a la permanente agresión de las televisiones y otros medios audiovisuales que pueden terminar por privar a nuestros jóvenes de su identidad a cambio de unas pocas ilusiones virtuales.
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