Igual que le ocurre a tanta gente, me encanta fotografiar aves. Si, además, se trata de un pájaro tan primoroso como el pavo real [1], la satisfacción que experimento al capturar su imagen es extraordinaria. Sin embargo, cuando el animalito despliega su deslumbrante cola es muy difícil no pensar que se trata de un bicho vanidoso. ¿Por qué elaboramos este pensamiento injusto si el pavo real sólo lleva a cabo una ceremonia común a todo el reino animal, es decir, una señal de cortejo para impresionar y atraer a la hembra?
Según nuestros propios cánones de belleza, las aves son, al mismo tiempo, los seres más bellos y los menos agraciados de nuestro planeta. Ahí tenemos la fúnebre deformidad de los buitres frente a las plumas multicolores de los papagayos o los desgarbados avestruces que contrastan con la encendida prestancia de los flamencos. Juzgamos a las aves por su apariencia, por sus voces, por sus costumbres alimenticias,… como si fueran humanos. Al carroñero buitre lo comparamos con los individuos más egoístas, a los ruiseñores con los buenos cantantes, a las cacatúas con personas muy locuaces,… Sólo atribuimos buenas cualidades humanas a lo que nos agrada de las aves (y del resto de los animales, naturalmente).
Los literatos han participado de estas comparaciones plasmándolas en las metáforas y otras figuras retóricas empleadas en sus obras dramáticas, cuentos, novelas, poemas y, sobre todo, en sus fábulas. Sin embargo, hay una excepción: el pavo real. Su belleza no ha sido elogiada por la mayor parte de los escritores y poetas, sino puesta como ejemplo de los defectos humanos de la vanidad, el orgullo, la soberbia y la ambición. Se diría que respecto a los pavos reales se da un curioso comportamiento sobre el cual he escuchado quejarse a algunas mujeres de belleza excepcional: sus pretendientes temen acercárseles y se desarrolla hacia ellas cierta agresividad injustificada, tildándolas de bellas pero tontas, orgullosas, etc. En lo que a la literatura pavorrealista se refiere, sólo conozco una excepción: Fedro. Mientras en la Antigüedad el fabulista griego Esopo denostó al pavo real, achacándole los defectos mencionados, el poeta macedonio Cayo Julio Fedro criticó a quienes se cubrían con las plumas del pavo real para despreciar a sus iguales.
LA NEUTRALIDAD DEL LATINO FEDRO
No es que el poeta macedonio defendiera a los pavos reales pero, al menos, se mantuvo al margen del linchamiento literario que ha sufrido el ave más bella del mundo. Ésta es su fábula “El grajo vano y el pavo real», traducida en el siglo XVIII por la buena mano de mi paisano Tomás de Iriarte:
Hinchado un grajo de arrogancia vana, De un pavo real las plumas recogía; Y después que con ellas se engalana, Despreciando la antigua compañía De todos sus iguales, En la hermosa manada Se introduce de varios Pavos Reales. Ellos quitan la pluma al ave osada, Y con los duros picos la escarmientan, Hasta que de su gremio al fin la ahuyentan. El grajo, mal parado, Se vuelve a los demás de su linaje; Mas padeció el ultraje De que no le sufriesen á su lado.
Le agregó Iriarte la siguiente conclusión o moraleja a la que tan aficionado era:
Con este ejemplo Esopo nos advierte Que nadie con lo ajeno triunfe y luzca Sino que se reduzca A vivir satisfecho con su suerte.
LA PAVOFOBIA DEL GRIEGO ESOPO
Ya que hablamos de pavos reales, no está de más recordar dos fábulas de Esopo que nombran al majestuoso animal.
EL PAVO REAL Y LA GRULLA
Convidada a comer una grulla por cierto pavo real, disputaban acerca de cuál tenía mejores prendas naturales, y abriendo el pavo real su cola, decía que aquel abanico de tan ricas plumas no tenía cosa que se le igualara.
Ciertamente –respondió la grulla–, confieso que eres más hermosa ave que yo, tus plumas son más vistosas que las mías, pero no puedes volar, y yo con las mías puedo levantarme y subir hasta las nubes contemplando debajo de mis pies todas las maravillas del mundo.
EL PAVO REAL Y LA DIOSA JUNO Quejábase el pavo real a la diosa Juno [2] de que no le hubiese dado la voz del ruiseñor, que todos admiran, en vez de su canto tan chillón que a todos causa risa. La diosa para consolarlo le dijo: —Ciertamente que el ruiseñor canta mejor, pero en cambio tú le aventajas en tamaño, en garbo y hermosura: en tu cuello resplandecen los brillantes colores de la esmeralda, y con las matizadas plumas de tu cola formas una rueda que parece de piedras preciosas. —Pero ¿de qué me sirve tanta belleza –replicó el pavo real–, si una avecilla como el ruiseñor me excede en la voz? —El mérito –contestó la diosa–, se repartió a cada cual según la voluntad de los hados. A ti la hermosura, al águila la fuerza, al ruiseñor la melodía, al gallo el señalar las horas, y todos con lo suyo están contentos: conténtate, pues, con lo que te ha tocado en suerte.
Debemos contentarnos todos con lo que Dios nos dio, pues Él sabe lo que más nos conviene.
EL PUMA Y EL PAVO REAL
Por mi parte, estimado internauta, me contento con haber recibido su atención y espero que estos párrafos hayan sido leídos con la misma benevolencia y ligereza con que han sido escritos, sin pretender otra intención que la de entretener y recordar algunos conocidos textos clásicos. Ya puestos a recordar, hace muchos años apareció una canción titulada «Pavo real» que interpretaba un cantante, llamado El Puma. Aunque la mayor parte de lo que dice esta canción no tiene pies ni cabeza, la letra de las estrofas finales contenidas en este ritmo de corrido venezolano se apuesta por esa maravillosa mezcla de razas que es una de las claves del pueblo de Venezuela. [3]
______________
NOTAS [4]
[1] En tiempo de la caballería era también muy apreciado el pavo real que se calificaba de noble ave. Su carne era el alimento de los valientes y de los amantes y el ornato de los banquetes. Una figura de pavo servía de blanco a los caballeros que se adiestraban en el ejercicio de las armas y cuando había de pronunciarse algún juramento o solemne voto, se llevaba a la mesa con grande aparato por las damas o damiselas un pavo asado en una gran fuente de oro o plata. Después de haber pronunciado sobre él un voto cada uno de los comensales se distribuía entre todos los asistentes
[2] El pavo real es muy común en los monumentos antiguos. Se ve a Juno acompañada del pavo por estarle particularmente consagrado. Se observa también en las medallas de Samos, célebre por el culto que tributaban a esta diosa y en las medallas romanas en las cuales se ve a Juno regina. En algunas se ve al pavo e los pies de Isis y de la Providencia e indica particularmente la consagración de las emperatrices. Un pavo con la cola desplegada puede considerarse como el símbolo de la vanidad.
[…] En la antigua Grecia, fue el ave simbólica de Hera [en Roma se denominó Juno], la diosa griega más importante del Olimpo, esposa legítima de Zeus y diosa de las mujeres y el matrimonio. Según cuentan, Hera encargó a Argos, un gigante con mil ojos, que vigilase a una de las amantes de su infiel esposo pero fue asesinado por Hermes. Cuando la diosa se enteró de la muerte de Argos, tomó sus cien ojos y los puso en la cola del pavo real, dándole el aspecto que tiene actualmente. En Roma, las princesas y emperatrices tomaron el pavo real como su símbolo personal. De este modo, el pavo real pasó al simbolismo cristiano fuertemente relacionado con la Gran Diosa por lo que no es difícil comprender su conexión positiva con la Virgen María y las delicias del Paraíso. En la religión cristiana, es considerado símbolo de resurrección de Cristo porque en primavera, tiempo de Pascua, el ave cambia totalmente de plumaje. No se le suele representar con su cola desplegada ya que es una imagen que sugiere vanidad, un concepto contrario a la caridad y la humildad del mensaje del cristianismo.
[…] En el hinduismo, el pavo real sirve de montura a Skanda, el dios de la guerra. Numerosas tradiciones, especialmente en el sur de la India y Sri Lanka lo relacionan también con deidades locales, representando por ejemplo al poder del trueno. Muchas de las danzas folclóricas de la India muestran pasos inspirados en el baile de cortejo del pavo real.
[3] Letra de la canción «Pavo real».
Numerao, Numerao,
Viva la numeración.
Quién ha visto matrimonio
Sin correr amonestación.
Pavo real hu, pavo real hu,
Pavo real hu, pavo real hu.
A todos los que me escuchan,
Aquí les vengo a dejar.
Aquí les vengo a dejar
Un corrío venezolano
Que se llama pavo real.
Que se llama pavo real
Y a las muchachas les digo
Que aquí me quiero casar.
Que aquí me quiero casar
Y ahora mismo les ofrezco
Cuatro casas por capital:
La prenatal, el manicomio,
La cárcel o el hospital.
La cárcel o el hospital
Numerao, Numerao,
Viva la numeración.
Quién ha visto matrimonio
Sin correr amonestación.
Numeran, numeran,
Viva la numeración.
Quién ha visto matrimonio
Sin correr amonestación.
Chévere, cun chévere, cun chévere,
Cun chévere, cun chévere, cun chévere.
A todo negro presente
yo le voy aconsejar
que combine los colores
que la raza es natural.
Todo negro pelo recio
con rubia se ha de casar. .
…
Que un negro con una negra
es como noche sin luna
y un blanco con una blanca
es como leche y espuma.
Pavo real hu, pavo real hu,
Pavo real hu, pavo real hu.
[4] Las dos primeras notas son citas textuales de la página de Wikipedia dedicada a los pavos reales.
Enriquece este artículo con un comentario.