A los verdes del campo isleño se suman los blancos y rosas de los almendros que ya florecen en las medianías. Se nos alegra el corazón a los canarios con tanta belleza; la llamada de la primavera nos saca de nuestras casas y tomamos los caminos de la cumbre, los que conducen al Pico de Garajonay en la Gomera, al Roque Nublo en Gran Canaria, al Roque de los Muchachos en La Palma, al Pico de Malpaso en El Hierro o al Pico del Teide en Tenerife.
En un rinconcito de nuestro corazón, marchan con nosotros los versos del más hermoso poema que alguien pueda dedicar a su patria, el que compuso hace más de un siglo Nicolás Estévanez, el ministro de la guerra que quiso emplear la paz como arma y no se lo permitieron, el hombre bueno al que todos los canarios de bien respetan, el poeta que se nos hace presente cada vez que un almendro florece en nuestras islas para recordarnos cuál es nuestra patria y dónde se encuentra.
La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.
Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.
A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.
A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.
Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.
A mí no me entusiasman
ridículas utopias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.
Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.
A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.
La sangre de mis venas,
a mí no se me importa
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas.
Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas.
La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.
La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.
Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.
Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.
Enriquece este artículo con un comentario.