Pascual Rodríguez de Sossa, un canario apreciado por el emperador de Marruecos

Foto: M. Mora M.
Foto: M. Mora M.

En Canarias, ha habido numerosos personajes, capaces de sumir en la perplejidad a quienes llegan a conocer sus andanzas. Uno de ellos es el corsario y capitán de navío Pascual Rodríguez de Sossa, que vivió en el siglo XVIII, e, indirectamente, desencadenó una guerra entre España y Marruecos. Todo comenzó cuando el Comandante General de Canarias no le entregó a Sossa el dinero para pagar el trigo comprado a los marroquíes. El emperador, conocedor de los hechos, se puso de parte del marino canario, a quien consideraba una víctima. Así, comenzaron los malos entendidos con los españoles.

Esa curiosa historia, rigurosamente cierta, está narrada en la novela Canarias. En ella, este marino llega a departir con Antonio Ruiz de Padrón, el protagonista de la obra. Adelanto algunos párrafos, como aperitivo.[1]

La Laguna. Tenerife

Viernes 2 de diciembre de 1774

Hoy se conoce en La Laguna una Real Cédula de 23 de octubre en la que se publica el inicio de la guerra contra Marruecos. Y esta guerra tiene el siguiente único motivo: el Emperador de Marruecos envió una amable carta a Carlos III solicitándole las plazas de Ceuta y Orán. En una especie de postdata agregó que en caso de no entregárselas se vería obligado a entrar en ellas sin que por ese motivo deban perderse las buenas maneras ni la armonía.

De forma que finalizó la tregua y se acabó el trigo que durante los últimos años los canarios han ido a buscar a Marruecos debido a las malas cosechas insulares. Bien lo sabe el tinerfeño Pascual Rodríguez de Sossa, capitán de navío, que ha sido el involuntario iniciador de este conflicto: enredado por las componendas los latrocinios y las confabulaciones del embajador español Tomás Bremond y de López Fernández de Heredia, virrey con el título de Comandante General de las Islas Canarias.

Pascual continúa aún en Marruecos. No ha tenido otra alternativa que vender su casa su finca y su molino a Cayetano Scaglioni: un compinche italiano del vicecónsul español Suchita. Ha percibido menos de mil pesos fuertes por unas propiedades valoradas en tres mil. No puede elegir: esa es la cantidad exacta para saldar la deuda con el sultán. Sin embargo todavía restan cuatrocientos pesos fuertes por entregar a quienes le vendieron el trigo.

Pascual se queda sin dinero para comer. Un comerciante de buen corazón, Juan Bartolomé Bull, se lo lleva a su casa donde le asigna una habitación y lo trata como a uno más de su familia. Los marroquíes le ofrecen un excelente puesto en su marina pero por motivos religiosos Pascual rechaza tan tentadora oferta. Hace poco tiempo le ha escrito una carta al ministro Grimaldi narrándole los hechos y solicitando algún empleo que le permita vivir con dignidad a sus cincuenta y ocho años. Sin embargo no obtiene respuesta. Por orden expresa del ministro español se le relega al olvido. Aún está fresca la tinta de las dos notas que se han escrito en su expediente:

«A esto no se ha contestado, ni parece hai que responder

«Quizá convendrá oír sobre el particular a Bremond. Bremond dijo que este Pasqual de Sosa es un enredador, que no debe hacérsele caso

—ooo—

Foto: M. Mora M.
Foto: M. Mora M.

Más adelante, Pascual Rodríguez de Sossa regresó a Canarias, donde pasó su vejez. Tuvo sus más y sus menos con el Comandante General, como puede leerse en la novela Canarias. Por cierto, en esa guerra contra Marruecos participó un joven oficial de ascendencia canaria que más adelante alcanzaría fama universal: Francisco de Miranda, futuro Padre de la Patria venezolana. Miranda propuso a sus jefes utilizar una técnica guerrillera para atacar a los marroquíes que rodeaban y cañoneaban Melilla. Dicho plan se conserva en un escrito redactado por el venezolano mientras se encontraba sitiado en la ciudad norteafricana. Si curiosa fue la propuesta, la respuesta lo fue aún más…

Francisco de Miranda y su hermano, Javier de Miranda, son protagonistas de diversos acontecimientos en esta novela que hace un repaso de la historia de los canarios en la segunda mitad del Siglo de las Luces. Espero que disfruten con su lectura.

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Nota.

[1] La puntuación de esta novela no sigue las reglas de la RAE, sino las propias  de una sintaxis experimental, más dinámica y acorde con el desarrollo de la obra.

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