Obama en el supermercado: el caso del embajador asesinado

El horror de la guerra parece poco importante cuando se trata de ganar miles de millones vendiendo armamento a los países pobres. (Abajo, a la derecha, Massoud Hossaini, autor de la foto y ganador del Premio Pulitzer 2012).

Las «democracias» implantadas por los americanos y los ingleses, en las últimas décadas, siempre han funcionado de acuerdo con las expectativas de estos dos países. Es decir, dejar a sus gobiernos situados como excelentes clientes en el mercado armamentístico y como suministradores de materias primas baratas: petróleo, cobre,… Un repaso rápido: Chile con Pinochet, Argentina con Videla, Afganistán, Irak, Egipto, Libia,… y otros tantos sistemas impuestos por los marines y la colaboración de los delincuentes de cada una de estas naciones «democratizadas» con el armamento suministrado por… ¿hace falta decirlo?

¿A CAZAR MOSQUITOS A CAÑONAZOS?

Ahora vuelven con los cañones de cazar mosquitos. Matan a un embajador y llevan la flota de meter miedo. ¿Para qué? ¿Para matar a la media docena de fanáticos que asesinaron al diplomático o para apartar de los nuevos gobiernos a quienes ellos mismos auparon? No me creo nada. Les aseguro que ahora no procederán en Libia igual que hicieron en Irak: no van a sustituir a los antiguos opositores de Gadafi por los nuevos opositores de los antiguos opositores. No lo harán mientras los actuales compren sus armas.

UN SUPERMERCADO EN EL MAGREB

¿Alguien pensó que la Primavera Árabe era algo más que abrir un nuevo supermercado en el Magreb para vender armas en lugar de yogures Danone? ¿De verdad alguien creyó que se trataba de instaurar gobiernos democráticos y estables? ¿Alguien quedó convencido de que el poder no caería en manos de delincuentes? ¿Alguien creyó una palabra a los loritos y cotorritas de los telediarios?

DOS BUENAS NOTICIAS PARA OBAMA

Por asombroso que parezca, sí. Casi todo el mundo aplaudió el avance de la «libertad» en su travesía del desierto norteafricano. Lo creyeron millones de personas igual que ahora creen que la muerte del embajador es una mala noticia para el gobierno de Obama, cuando, a un mes de las elecciones, es exactamente lo contrario: una disculpa caída del cielo para demostrar el patriotismo del pim pam pum.

Otra buena noticia es que la venta de armas estadounidenses ha crecido en el último año de 21 mil millones de dólares a 66 mil millones de dólares. Es decir, se triplicó en un año, gracias a la Primavera Árabe. Buen negocio. Y, además, como todos sabemos, las armas norteamericanas no matan sino alimentan. Todo el mundo feliz, que diría Huxley.

EL ESTILO DE VIDA AMERICANO

¿Por qué cayeron Sadam Husein, Gadafi, Allende y tanto otros? ¿Por dictadores? ¿Por represores? ¿Por sus ideologías? No, en absoluto: cayeron porque dejaron de comprar armas a Gran Bretaña y a Estados Unidos.

Barack Obama sabe perfectamente cómo aplicar la política exterior de su país para lograr su reelección: incrementar las exportaciones de armamento made in Usa mientras el americano medio siente que los países en desarrollo están perfectamente «tutelados» por sus adorados marines y perfectamente explotados por sus adoradas multinacionales.

¿Qué logran esos ciudadanos a cambio? Nada más y nada menos que «el estilo de vida americano»: comida barata y bienes de consumo en abundancia. Teniendo esto, al resto del mundo que se lo lleve el diablo. Eso sí, con la ayuda de Dios, que para eso van cada sábado a cantar salmos en sus iglesias, con su pastores, con sus golpes de pecho y sus lágrimas de cocodrilo, derramadas en honor de los jóvenes americanos caídos en remotas tierras, sacrificando sus vidas por Dios, las Hamburguesas y el Dólar.

NO HABRÁ OTOÑO ÁRABE

Que nadie tema: no habrá Otoño Árabe, excepto en Siria, porque los actuales gobiernos magrebíes, igual que el irakí y el afgano, compran su maquinaria de muerte en el mercado correcto. La Armada imperial sólo ha ido a vigilar sus inversiones. Ya se sabe que el ojo del amo engorda el caballo.

Como decía un jovial tabernero de mi pueblo, cada vez que se bebía un trago: ¡Felicidad para todos y que esto se multiplique!

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