Quien ponga el pie en la cima del Teide puede decir que así, con el pie puesto en tierra, ha contemplado la más dilatada extensión de nuestro mundo que es dable contemplar desde su suelo.
Quien ponga el pie en la cima del Teide puede decir que así, con el pie puesto en tierra, ha contemplado la más dilatada extensión de nuestro mundo que es dable contemplar desde su suelo.