Los Isleños o Islanders de Luisiana son los descendientes de cuatro mil canarios que llegaron a esas tierras americanas entre 1778 y 1784. Todavía conservan el habla canaria del siglo XVIII, a pesar de vivir rodeados de comunidades inglesas y francesas. (Para saber más, siga este vínculo)
Estuve en el territorio canario de Luisiana poco antes de huracán Katrina. Hice entrevistas a isleños que luego no resistieron el paso del temporal. Gente que formaba parte del fabuloso tesoro que las Islas Canarias tienen repartido por el mundo, mientras el pueblo canario permite que desaparezca, sin mover un dedo por salvarlo.
La entrevista que hoy presento la realicé poco después del huracán y de la inundación que afectó mortalmente a Nueva Orleans y a los territorios vecinos, donde se hallan los Isleños desde hace más de doscientos años. El día que llegué, estos Isleños enterraban a una señora que se disparó en el estómago con una escopeta.
No era la primera persona que elegía la desaparición física frente a la indignidad con que las instituciones trataban a los supervivientes de la catástrofe. También se habían suicidado otros vecinos unas semanas antes, como el bueno de Charlito Robin que se colgó de una cuerda y lo encontraron balanceándose sobre un círculo hecho con los barquitos de artesanía que me había mostrado con tanto orgullo. Algo de Tanausú quedaba en ellos: arrojar la propia muerte a la cara del que te humilla o te encadena, como forma de protesta existencialista. ¡Qué tristeza!
Ojalá lo hubiera encontrado todo patas arriba, cuando entré en San Bernardo. Pero allí quedaba poco para desordenar, excepto barro seco mezclado con el petróleo derramado de las refinerías y miles de familias viviendo amontonadas en pequeñas caravanas. Más de diez personas durmiendo donde habían dos o tres literas. A los cientos de isleños que encontraron refugio en un barco, anclado en el río Misisipi, los habían echado a la calle con lo puesto para que se buscaran la vida. La mayoría era gente humilde y trabajadora, con los recursos justos para vivir al día. Comían gracias a las sectas religiosas que les preparaban un rancho diario, con la esperanza de captarlos como fieles. El panorama era desolador.
En medio de ese caos, hice la entrevista que aparece en este vídeo y las demás que iré mostrando en próximos días. Algunos planos ya aparecieron en mi película Los canarios del Misisipi, pero nunca se habían visto las secuencias completas. Espero que les resulten de algún interés, considerando tanto lo que dicen los entrevistados como su manera de decirlo, con ese encantador acento antiguo.
Los entrevistados son Lloyd Sevigne (Wimpy), Leroy Alfonso y Calvin Melerin, el cual murió unos meses después de este interview y al que todavía echo de menos, por su bondad y por sus conocimientos sobre la comunidad isleña de Luisiana.
Hoy los Isleños de Luisiana están celebrando su fiesta anual de la identidad canaria. Comerán las gambas que ellos llaman camarones, comerán las ostras que llaman ostiones y comerán el rico puchero que llaman Caldo Isleño. Ojalá estuviera vivo Calvito Melerin para servir el Caldo desde detrás de la barra del ventorrillo, ataviado con su mandil canario, que lucía con tanto orgullo.
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