El vino canario y el Emperador de China. SEGUNDA PARTE

Si por mí fuera, la bandera que representa a Canarias tendría el color del vino Malvasía. El más conocido signo de identidad de las Islas Canarias y el que durante más tiempo ha permanecido vigente ha sido el vino. Desde el siglo XVI hasta el XIX, los vinos canarios adquirieron tal prestigio en el mundo que difícilmente era posible encontrar en Europa o en América alguna persona que no los conociera. Decir Canary wine era decir néctar divino, era nombrar a las Afortunadas, era simpatizar de inmediato con las islas que producían algo tan especial. Incluso, en España –seguramente, el único país europeo cuyos poetas, dramaturgos y novelistas más preclaros no mencionaron el vino canario en sus obras–, la monarquía, la aristocracia y el pueblo sabían de su existencia.

No obstante, algunos filósofos, naturalistas y comerciantes españoles nos dejaron varios testimonios escritos. En la obra del polígrafo benedictino Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, el español más erudito de su tiempo, se hallan estas dos curiosas referencias sobre nuestro vino.

CÓMO RESTABLECER CON VINO CANARIO A UN EMPERADOR DE CHINA

En un apartado, dedicado a los chinos, Feijoo cuenta la siguiente historia:

¿Pero podemos dar por cierta la excelencia de la Medicina Práctica de los Chinos, que no pocos Autores preconizan, atribuyéndole grandes ventajas sobre la de los Europeos? No, sino por sumamente dudosa; para lo cual hay muy fuertes motivos.

Tenían los Jesuitas de Pekín, a los principios de este siglo, un Coadjutor , llamado el Hermano Rhodes, el cual no era de Profesión Médico, sino Boticario. Sucedió, que enfermó el Emperador de unas fuertes palpitaciones de corazón, que puso en gran cuidado á sus Médicos. Estos usaron de su habilidad  allá donde ella alcanzaba, que debía de ser muy poco, porque la enfermedad fue creciendo, hasta el punto de desesperar de la curación. En este conflicto; ¿qué hicieron los Médicos Chinos? Apelaron al Boticario Rhodes, diciendo al Emperador, que habían oído, que aquel Europeo había hecho algunas excelentes curas, y así eran de sentir, que se recurriese á él.

Fue llamado el Hermano Rhodes; el cual, sin más remedio, que la confección de Alkermes (1)  hizo cesar las palpitaciones; y para restaurar sus fuerzas decaídas, por lo que había padecido antes, le sirvió una porción de Vino de Canarias, de el que los Jesuitas recibían de Manila para sus Misas.


EL HOMBRE QUE PESABA EL AIRE Y EL EMBAJADOR DE ESPAÑA EN LONDRES

El anecdotario de Benito Feijoo es una fuente inagotable de datos sobre cualquier tema que se nos ocurra investigar, dentro o fuera del Siglo de las Luces. Incluyendo el vino de Canarias. Otra curiosa anécdota hace referencia a que

Reinando en Inglaterra Carlos Segundo, habiendo resuelto la Regia Sociedad de Londres enviar quienes hiciesen experimentos del peso del aire sobre el Pico de Tenerife, diputaron dos de su Cuerpo para pedir al Embajador de España una Carta de recomendación al Gobernador de las Canarias.

El Embajador, juzgando que aquella diputación era de alguna Compañía de Mercaderes, que quería hacer algún empleo considerable en el excelente licor que producen aquellas Islas, les preguntó, ¿qué cantidad de vino querían comprar?

Respondieron los Diputados, que no pensaban en eso, sino en pesar el aire sobre la altura del Pico de Tenerife.

¿Cómo es eso? replicó el Embajador. ¿Queréis pesar el aire?

Esa es nuestra intención, repusieron ellos.

No bien lo oyó el buen Señor, cuando los mandó echar de casa por locos ; y al momento pasó al Palacio de Witheal a decir al Rey, y a todos los Palaciegos, que habían ido á su casa dos locos con la graciosa extravagancia de decir que querían pesar el aire, acompañando el Embajador la relación con grandes carcajadas.

Pero éstas se convirtieron en confusión suya, mayormente sabiendo luego, que el mismo Rey, y su hermano el Duque de York, eran los principales Autores de aquella expedición Filosófica.

Celebróse el chiste en Londres, y en París; pero con poca razón se hizo mofa de la ignorancia del Embajador.

___________________

NOTA

(1): En el siglo XVIII, el licor italiano Alkerme estaba preparado en una infusión de alcohol neutro con azúcar, canela, clavo, nuez moscada, vainilla y otras hierbas y saborizantes. Sus características más llamativas eran su poder excitante y su color escarlata, que se obtenía por la adición del kerme o querme, un pequeño insecto parásito, parecido a la cochinilla, que vive en las coscojas (árboles similares a la encina). Todavía se utiliza en pastelería, aunque su receta ha variado un poco.

(continuará)

4 thoughts on “El vino canario y el Emperador de China. SEGUNDA PARTE

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  1. Muchas gracias por su respetuosa y argumentada respuesta.

    Estoy absolutamente de acuerdo en la importancia histórica del vino en Gran Canaria y que su potente recuperación se asienta en bases sólidas de una tradición que en otros tiempos existió, lagares centenarios así lo atestiguan. De hecho, suelo ir a vendimiar a la zona de Los Hoyos (entre Tafira y Santa Brígida) en parras centenarias que se sitúan en una ladera de picón (por lo tanto son de sequero).

    En lo que divergo, respetuosamente, es en el papel que en el último siglo el vino ha tenido entre la población rural de la isla: el tamiz de la canariedad, si de bebidas hablamos, pasa, sin duda, por el ron. No hay romería, festejo popular, tenderete o, simplemente encuentro de amigos en un bochinche, donde el ron no tenga una presencia incontestable. Es bastante poco frecuente que el vino tenga presencia considerable en estos espacios, salvo que el evento sea promovido por algún bodeguero o que se haga en alguna zona de producción vinícola (la Bajada del Vino en S. Mateo, por ejemplo).

    En cuanto a la recuperación del cultivo de la caña de azúcar y de las producciones particulares de ron, conozco varios casos de iniciativas exitosas y reseñables, aunque todavía hablamos de cantidades relativamente reducidas. Sería maravilloso que, junto a la recuperación de la producción vinícola en la isla, exista una recuperación de la producción ronera, ya que la calidad de los rones insulares (de afamadas marcas) es, a mi juicio, de baja calidad, sin contar que importan casi todo lo necesario para su embotellamiento de Sudáfrica.

    Para finalizar, permítame otra divergencia: si hablamos de producto compartido en Canarias creo, humildemente, que el gofio no tiene rival.

    Muchas Gracias.

    Saludos afectuosos.

    1. Incluyendo el asunto del gofio, ladrillo fundamental de nuestra identidad, creo que en esta ocasión mi acuerdo con su respuesta es total. Ha sido un placer este intercambio de opiniones, que me sirve de acicate para intersarme más en la cultura del ron grancanario (y palmero, desde luego).
      Con saludos cordiales, quedo a su disposición.

  2. Estimado Manolo, no dudo de la importancia del vino en la identidad de nuestro pueblo, pero creo que es justo puntualizar que su peso no es el mismo en todas las islas y que esto ha sido así durante muchos momentos de la historia.

    En Gran Canaria, por ejemplo, me atrevo a decir, que el líquido que más entronca con el sentimiento identitario es, sin duda, el ron. Esto ha sido así desde casi siempre. Hasta hace pocas décadas muchas superficies cultivadas en la isla lo fueron de caña de azúcar (nuestra querida caña dulce) y la producción de ron con caña del país fue notable (de diferentes marcas reconocidas e, incluso, de alambiques particulares). Con esto no quiero decir que el vino no ocupe un lugar importante en el sentimiento de canariedad de los grancanarios, pero siempre, muy por debajo del ron.

    La bebida que mayoritariamente toman viejos y jóvenes en casi toda la isla es, sin duda, el ron, producto de una memoria colectiva que sitúa a esta grandiosa bebida en la prioridad de los paladares grancanarios.

    Zonas de producción vinícola hubieron y hay en la isla e, incluso, muchas de ellas se han recuperado, conteniendo la isla, probablemente, su mayor producción de vino (en vino etiquetado o a granel) en muchas décadas, pero sin embargo, el vino no ocupa ni de lejos, el papel que en tenderetes, comidas y festejos populares, o, simplemente, en la cotidianeidad, tiene en otras islas.

    Por ejemplo, mi padre (ya fallecido), oriundo de la cumbre de la isla, pocas veces bebió vino y esto es común en la mayoría de los pagos de las medianías y cumbres (salvo en zonas muy específicas).

    1. Don Antonio, agradezco su opinión, sobre todo, porque aporta otro punto de vista, divergente del mío. Creo que la confrontación serena de opiniones es siempre enriquecedora para todas las partes. Vaya esto por delante.
      Respecto a su nota, es indudable la importancia del ron –como industria, como elemento etnográfico, etc.– en Gran Canaria. Sin embargo, opino que no se puede subestimar en modo alguno la producción vinícola de la isla, a partir del siglo XV (fue la primera isla en producirlo desde los más tempranos repartimientos de tierras), y hasta principios de XX.
      La decadencia de los cultivos de vid en el pasado siglo (derivada de la devastadora plaga de la filoxera de la centuria anterior) no debe llevarnos a error.
      En Gran Canaria, el vino fue durante gran parte del siglo XVI (malvasía, vidueño,…) el principal producto de exportación. A Europa y América llegaban de manera regular los vino grancanarios que alcanzaron un auge inusitado en el XIX. Los viejos lagares que aún perduran, desde Las Palmas hasta San Bartolomé de Tirajana, así lo atestiguan.
      La actual recuperación de esos vinos, sobre todo en la zona de Santa Brígida, San Mateo, Teror, Artenara, etc. no ha partido de un vacío histórico, sino de una antigua cultura vinícola bien cimentada. Las acciones que se están llevando a cabo, aunque lentas, van dando sus frutos, con resultados como una producción cada vez más digna, la Casa Museo del Vino, etc.
      En cuanto al ron, se producen, y apenas se exportan, pequeñas cantidades a partir de mediados del siglo XVII y es, a finales del XIX, cuando la producción crece de manera considerable, si bien luego fue disminuyendo. Y es cierto que en la población campesina, cuando descendió la producción vinícola en el XIX, creció el consumo de ron.
      Por supuesto, no deseo restar importancia a la producción y consumo del ron en Gran Canaria. Sin embargo, creo que no ha existido en la Historia del archipiélago un producto tan compartido como el vino. Ni aun los plátanos han logrado extender su cultivo de una forma tan generalizada.
      Por supuesto, no pretendo sentar cátedra con estas opiniones. Únicamente se trata de mi punto de vista, acorde con los datos que manejo.
      Un cordial saludo.

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