La traducción de obras literarias. Cuarta Parte: La ética profesional

Los traductores son mil veces más importantes que los diputados del Parlamento Europeo.
Milan Kundera

Considero interesante dar a conocer el siguiente código ético que un grupo de traductores del árabe al español propuso hace unos años:

1. Obligación de comprender el texto en su conjunto.

2. No tergiversar, al menos sin previo aviso, el texto original en cualquiera de sus componentes (ideológico, cultural, estético, discursivo…).

3. Advertir si el traductor se ha servido de versiones anteriores a otras lenguas. Y más aún en el supuesto, en ocasiones usual, de una “traducción intermediada”, es decir, aquella que se sirve en mayor medida de una o varias versiones a otras lenguas que del texto original árabe.

4. No mutilar el texto original. En el caso de que se considerara conveniente la supresión de algunos fragmentos, informar de ello al lector.

5. El traductor del árabe al español no debe presentarse continuamente ante el lector de la versión como “gurú” o intérprete necesario e insustituible entre un lejano texto de partida y el texto de llegada, papel que se otorga a sí mismo mediante el abuso de recursos que suponen una opción propia y una directa intervención del traductor en el texto de llegada.[1]

NOTA
1. Peña, S., Fria, M. y Arias, J. P.: ¿Perro no come a perro? Sobre la necesidad de un análisis de traducciones del árabe.  

(Continúa en otra entrada de este mismo blog )

 

 

 

 

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