Morir a los 87 años de edad, con la mente clara y sin haber perdido un ápice de actividad profesional, no es una mala cláusula para que cualquiera firme un contrato. Saramago nos ha abandonado hoy con esos privilegios pero, a pesar de todo, muchos vamos a sentirnos un poco más solos por su ausencia.
Conocí a don José en la sala Alejo Carpentier, en la feria internacional del libro de La Habana, hace ya bastantes años. Después, tuve el privilegio de sentarme con él en la biblioteca de su casa en Lanzarote, de entrevistarle y de conocer el peso de su gran sentido común y de una sinceridad que alcanzaba límites desgarradores. Pero, sobre muchas otras cosas, he de agradecer a don José Saramago que se haya implicado de manera activa en los problemas acuciantes de la isla donde vive (todavía me cuesta usar el pretérito), Lanzarote, y, por tanto, de Canarias.
La última noticia suya me llegó anoche, cuando abrí mi correo electrónico y encontré un correo en que Saramago informaba del documental sobre la Memoria histórica, realizado por Pedro Almodóvar y otros cineastas, adjuntando un enlace para verlo en Internet. Una vida plena y comprometida hasta el último suspiro. ¡Qué ejemplo, don José, qué ejemplo en estos tiempos de deserciones!
En esta página están colgados tres vídeos en los que participa Saramago. Sirvan estos humildes trabajos míos como homenaje póstumo a uno de los intelectuales más honrados e incorruptibles de nuestro tiempo, al gran escritor que supo presentarnos la muerte y la ausencia de la muerte como parábolas de la dignidad humana.
Desde aquí, quiero enviar un sentido pésame y un saludo afectuoso a su viuda, doña Pilar del Río, mano derecha del escritor y no obstante su musa, sin cuya presencia no se podrían explicar los fructíferos últimos años de Saramago. Estoy seguro de que ella continuará, a través de la Fundación, su inestimable labor.
«Se trata de vivir cara al futuro, contribuyendo a construir
una alternativa limpia, inteligente, de calidad de vida.
No debemos desfallecer, hay que seguir adelante, estar vigilantes
y mantener viva la conciencia crítica, pues el futuro nunca está consguido,
lo tenemos que hacer desde el presente.
Se trata de hacer convivir la industria turística con la defensa del
territorio y de la cultura propia. Y esa convivencia es posible, pero,
sobre todo, necesaria, obligatoria para no vivir de espaldas al futuro.»
César Manrique
Ahora nos toca a nosotros seguir luchando para que nuestros paisajes, nuestros monumentos, nuestra tierra no se degraden… Ahora toca asumir su lucha y continuar, continuando el maravilloso ejemplo y el trabajo de César Manrique…
José Saramago sigue vivo en sus palabras igual que el gran artista renacentista que fue y es César Manrique.
Recibe mis respetos y saludos desde el Mediterráneo,
Antonio Marín Segovia
Valencia