Es evidente que los políticos no son servidores públicos. Si usted no está de acuerdo, dígame: ¿Quién trata a sus servidores de Ilustrísima o de Excelentísima? Nadie ha hecho eso nunca. A los servidores, como mucho, se les llama de usted. Son los servidores los que han de llamar Excelencia a sus amos. Los que tienen que guardar silencio ante ellos y solicitarles audiencia si quieren un poco de su tiempo. El dueño del tiempo es el auténtico amo, no el servidor. (…)
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